miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL ENCUENTRO



MIJAEL: ¿Por qué nosotros?
JANINA: ¿Y por qué no?
MIJAEL: Sobrevivir a tanto dolor debe tener algún sentido que aún no he podido asimilar.
JANINA: Te diré lo que pienso. Creo que somos testimonio vivo de todo cuanto ha sucedido. Ese es el sentido. Y lo más importante no es lo que están a punto de descubrir ahí afuera, sino los pequeños detalles que hemos podido guardar en la memoria y en las retinas. Lo que el mundo nunca sabría si no lo contáramos.
MIJAEL: ¿A qué te refieres?
JANINA: A las experiencias que hemos sufrido durante este largo suplicio que ha sido no poder vivir nuestras vidas. Los dos estuvimos allí, ya sabes de qué te hablo.
MIJAEL: Sí, aunque mi mente lo ha anulado todo. Es como si no existiera otra realidad diferente al aquí y ahora.
JANINA: Baruj Perman, era médico cirujano en Varsovia. Perdió a su mujer e hijos en Treblinka II. Su profesión le salvó del fatídico desenlace varios meses. Tenía la costumbre de medir la temperatura a los más débiles con un termómetro que había conseguido por contrabando en la enfermería. Gracias a su dedicación muchos se salvaron del tiro en la cabeza. Quien tenía fiebre no trabajaba, descansaba en la enfermería y recobraba fuerzas. Quien caía desmayado en la carga de los cuerpos, en la cantera de grava o en los campos de cultivo, no veía la luz del nuevo día. Malka Orenstein y el pequeño Shamir encontraron su particular forma de aislarse del dolor. Ellos estuvieron en mi barracón durante dos semanas, en ese tiempo Malka no perdió nunca el hábito de contar un cuento a su hijo antes de ir a dormir. Recuerdo que todas nosotras cerrábamos los ojos para que la niña de nuestro interior se deleitara y viajara lejos, aunque sólo fuera con la imaginación. Era inevitable sollozar escuchando aquellos relatos. Malka representaba la madre que casi todas habíamos perdido y a la que tanto anhelábamos. Harel Dayan, era un actor homosexual, comunista, judío y polaco. Muchas veces parodiaba su situación haciendo chistes que hablaban de lo miserable que resultaba su vida a los ojos de cualquier nazi. Pero en sus divertidas interpretaciones se mostraba tan sobrio que ejercía en todos un efecto revulsivo de orgullo y entereza. Él se comportó como un hombre honesto consigo mismo. No perdió nunca su sonrisa. También estaba Navit, no recuerdo ahora su apellido, pero sí que todas las noches escribía cartas en las que hablaba de sus impresiones y vivencias. Había encontrado una grieta entre dos tablones del precario suelo, donde depositaba todo cuanto escribía con la esperanza de que algún día sus escritos pudieran servir, de alguna forma, para comprender la masacre. Navit murió con esa ilusión viva. Desgraciadamente todo desapareció cuando desmantelaron el campo. Lea Dresner fue el corazón de Treblinka, una buena amiga y una mejor persona. Renunciaba, sin dificultad, a su ración de comida cuando a alguien le flaqueaban las fuerzas o se mostraba claramente debilitado. La recuerdo vivamente, como un ángel siempre regalando gestos familiares, caricias y abrazos reconfortantes. Lloré mucho cuando se la llevaron. De ella aprendí que a pesar del dolor nunca debía olvidar quién era y que ni siquiera los ángeles son indispensables para quién no sabe amar. Había otra chica que se llamaba Lea, no estaba en mi barracón pero coincidí con ella en varias ocasiones. Era hermosísima y tenía la mirada siempre vidriosa. No se comunicaba en exceso, pero le gustaba cantar una canción judía que hablaba sobre el pueblo liberado. Cuando cantaba era inevitable emocionarse. Puedo sentir el estremecimiento que recorría mi cuerpo cada vez que escuchaba su voz. Aquella melodía se ha adherido a mis huesos como un legado que adquiere significado con el paso de los días.

La vieja comienza a tararear la melodía. Cuando termina el joven está claramente emocionado.

-¿Qué sucede Mija? ¿Te encuentras bien?  

MIJAEL: No es nada. Acabo de encontrar a un ser querido.

JANINA: Quién ¿Lea?
MIJAEL: Sí, Lea Horwitz. Mi hermana.

Fragmento de "La joven del Vístula" Pieza escrita en Enero  2011.

14 comentarios:

  1. Al leer este post se me ha puesto el vello de punta. Precioso.

    Besos.

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  2. Gracias wapo, tras verdades tan desoladoras como Treblinka...También existe la luz. Un besote.

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  3. Se ha escrito tanto sobre esto. Pero en el fondo no sabemos bien la profundidad de sentimientos que en situaciones como esta se puede desarrollar. Siempre he pensado que el ser humano ante estos acontecimientos se vuelve otra cosa, más etérea, intangible casi, se refugia en lo inefable para que no puedan destruirlo.

    Qué haríamos nosotros allí?

    Un beso.

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  4. ARGAX: Esa misma reflexión la hace Primo Levi en "Si esto es un hombre"... Como se pierde la conciencia del ser para alcanzar un estadio efímero y latente". No sé lo que yo haría... Pero, seguro que me sorprendería mi reacción... O la de mi partenaire... Un besote.

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  5. Muy guapo, Melvin, me ha recordado un poco a las historias que en Sedom van contando sobre los campos de concentración donde estuvo un joven judio y homosexual. Si no lo has leído te lo recomiendo, y ya puestos, te recomiendo que desarrolles el fragmento... pero más a lo largo...

    bicos Ricos

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  6. PIMPF: Pues no conocía esa novela ¿sedom? Tomo nota para futuras lecturas. Como indico abajo del post este fragmaneto pertenece a una pieza teatral que escribí el año pasado. Los personajes de los que habla Janina, no se desarrollan en la historia. Pero bueno... si te apeteciera leerla me lo dices y te la paso... Una pequeña transgresión de bloggeros jejeje. Besote.

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  7. A menudo nos gusta recordar lo terrible que puede ser el hombre en situaciones extremas. Es bueno recordar que también puede ser enormemente generoso.
    Precioso texto.

    Un abrazo

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  8. UNO: Pienso como tu que al monstruo humano sólo puede salvarle de la quema el ser humano, el que se entrega en cada causa, el que cuida, motiva, hace el bien... Lars Von Trier suele viajar por la confluencia de esos dos polos... Y es una reflexión esencial para comprendernos , para discernir el bien del mal. Un besote.

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  9. Los barracones del horror están saturados de humanidad y solidaridad.
    Qué historia, Melvin, me ha emocionado.

    No he venido antes por falta de tiempo. Me gusta leerte pausadamente.

    Besos mi niño, que tengas un domingo mágico (a mi me falta hoy darme un paseo con la escoba por los aires)

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  10. ANANDA: Anandita mía, a ti te lo perdono todo... Incluso si en alguna ocasión no te cuadra escribirme... Pues sí, eso es lo que más destacan los supervivientes del holocausto, quienes a pesar de ese espíritu férreo de competencia desarrollado para sobrevivir... alcanzaron la esencia misma de la humanidad para vivir. Un besito de confortable día gris en el sofá y con la clásica peli de domingo. Muakataka.

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  11. Los pelos de punta Melvin....qué más puedo decir?

    besos

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  12. deWitt: Con eso me lo dices todo. Un abrazo.

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  13. Leer estas cosas desde el punto de vista de sus protagonistas siempre impresiona...

    Cris

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  14. CRIS: Sí el hecho en sí impresiona, conectar empáticamente con la psicología del personaje... mucho más... Ufff! Cómo duele ponerse en una piel aagredida. Besote.

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