CLAIRE: ¡ Brindo por mi vida ¡
paradigma de buen gusto y savoir faire. Brindo por ser feliz en el planeta de
las miserias y por no haber vendido ni un solo palpitar a los fanfarrones que
persiguen buena voluntad (tose) Por las tardes sin horizonte y los
horizontes que llegaron siempre tarde. Brindo por haber matado mil ideas
estúpidas que hubieran hecho de mi una persona distinta, por mentir para salvar
a la niña que nunca pude ser, por guardar en un bote oxidado los besos que
nadie robó, por enterrar vivos los sentimientos que en una ocasión parecieron
florecer allá en ninguna parte...Brindo por... hummm...¡y yo que coño sé por
qué brindo! Brindo porque ya no quedan vecinos en la finca, todos marcharon,
incluida la señorita Paulette que taladraba nuestros tímpanos con su ferviente
deseo de ser cantautora. Brindo porque sí...¿no es ese suficiente motivo?
(Después de una pausa necesaria) Brindo por mis padres que están en el cielo
(mira hacia arriba con prudencia y levanta la copa, orgullosa). Por ti mamá,
que supiste enseñarme todo lo que sé y lo que más valoro en ésta terca
vida...Ser una buena mujer, sí señor, eso es....¡Por ti! (mirando hacia la
cuarta pared) ¡Shsss!, por él no me pregunten, tengo prohibido hablar de sus
silencios (con cara de complicidad) una vez quise saber por qué metía su mano
por debajo de mi falda con tanto afecto: (imitando su voz) “a veces el silencio
es la mejor arma para el entendimiento”.
Eso fue lo que me dijo, así que yo, a callar (Con súbita expresión de dolor)
Odio estos malditos zapatos, me aprietan demasiado (Se los arranca
enérgicamente y los lanza contra la pared) ¡Aprended a cuidarme atajo de
necios! sólo servís para recordarme que tengo unos pies feos ¡Os meteré en un
armario oscuro cerrado bajo llave para que os replanteéis vuestra
utilidad!...(corrigiendo su voz desorbitada)... que en cualquier caso no es
joderme viva. (Mirando de nuevo al frente, un tanto
avergonzada) Disculpen mi tono elevado y carente del más mínimo decoro pero soy
tan imprevisible como Adán en un huerto de manzanos. Sí, ciertas personas me
acusan de ser una mujer de carácter, pero yo prefiero definirme rotunda en la
acción e inflexible en la palabra.
JEAN-PIERRE: ¡Mááá!.
CLAIRE: (Con la cara iluminada) Ese es Jean-Pierre, mi
hijo. Permítanme que brinde por él, porque es la alegría de mi vida. (Bebiendo
de un trago lo que le queda por beber) ¡Ya voy cariño!. (Con cierta afectación,
después de humedecer sus labios) Hay cinco segundos en mi memoria que morirán
con mi expiración, los cinco mágicos segundos que Dios me regaló al depositarlo
en mis brazos por primera vez. Mientras le miraba en la bruma de mi dicha,
escuchaba los sollozos de aquellos que lamentaron su existencia. El nació sin
llanto, ni movimiento, ni cara despierta; pero a cambio de mi abrazo protector
me ofreció una sonrisa. Ellos deseaban su muerte, sus felicitaciones eran la
invitación para un requiem clandestino en su honor. Ellos deseaban lo mejor para
mi..... Pero cómo podían siquiera pensar algo así. Yo me comprometí con su
sonrisa, juré protegerla de injurias y falsas amistades... (emocionándose en el
transcurso de su narración) tenía su palpitar reposando en mis pechos de amor
insobornable; a mi alrededor, una jauría de rostros desencajados, censuraba mi
intención de entrega para toda la eternidad....”La eternidad a cambio de un
monstruo”, decían.....Tuve que ignorarlos. Le miré fijamente a los ojos y le
dije, escúchame: (cerrando los ojos) “ Escalaré las paredes del infierno para
darle calor a tu cuerpo, cerraré con cremalleras las bocas sedientas de tus
lágrimas, no habrán miradas que se posen en tu piel de alabastro, ni pecados
que tienten tus pensamientos en la oscuridad, nadie tocará tus manos para robar
caricias y si alguien comete el error de juzgarte, castigaré su torpeza en el
primer crepúsculo, condenándole a recitar mil formas diferentes de pedir
perdón... (Mientras pronuncia estas palabras, que suenan a sentencia, sus
manos se irán agarrotando y su mirada se tensará en exceso)...hasta que su
voz sea un leve susurro tan inofensivo como tu aliento”
JEAN-PIERRE: ¡Máááá!.
CLAIRE: (Secándose alguna lágrima
involuntaria) ¡Ya voy, espera que tengo visita!. En cuanto tenga un rato se lo
presento, verán que es encantador. (Respirando ansiosamente) Brindaría por
Paul, mi marido, pero está débil del corazón y festejar es sinónimo de
excitación; el médico le ha prohibido todo contacto con la efusividad. Yo ya
estoy acostumbrada, aunque a veces tengo ganas de recordarle que no es un
muñeco de cuerda, no sé si me entienden...