lunes, 30 de junio de 2014

MAMAN, la petite jeune fille

    


    Hay un nido de luciérnagas celebrando con cautela tal si fueran 67, 67 velas incandescentes en la noche cálida de un día ya estival, un día de plenitud y de gracia; el mismo en que vinieran tiempo ha nuevas brisas vespertinas meciendo trigo y ortigas, cubriendo de merecidas sonrisas los prados inabarcables que abundan en ese lugar del mundo, ese tan propio y querido, el mismo que se viste de gala con sus tonos ocres y malvas cuando se detienen las golondrinas en el merecido descanso camino del África, golondrinas que juegan y trinan buscando un lugar propicio donde ilusionarse, dedicarse a los afectos y acicalarse sin prisa. Hay millones de estrellas alumbrando tus noches, madre...en ese camino lácteo, que siempre estará velando por la joven niña que guiada por inquietudes nada banales, abandonó lo conocido, sin miedo pero con dudas infinitas, guiada por su instinto y mirando hacia atrás lo justo para no romperse. La tierra, las gentes de corazón abierto y sonrisa perenne, los posibles amores que no eran o no fueron o, tal vez, sólo tal vez... no pudieron ser... También la belleza de parajes inyectados en la sangre, el sentido de pertenencia, la vida construida...Tantas cosas. Hay una estela de vida no vivida serpenteando en el horizonte, la que habla de proyectos, viajes y sueños... la que te invita a seguir en tú particular búsqueda de felicidades que esculpirás cada segundo que transcurre, de la mano de ese tal Curtis de piel morena y mirada gris... el fiel amante que respira hoy después de un viaje agotador y sin pausa llegando finalmente a buen destino... como las golondrinas en su periplo, como las estrellas del firmamento, como los crepúsculos que nos deleitan con una serenidad raramente experimentada si no es porque sabemos apreciarlos... Mis mejores deseos madre, son estos que suscribo. Nada cambia en mis entrañas, excepto que te quiero más si cabe... que deseo un longevo y placentero caminar acompañada de tus seres queridos... los que te siguen de cerca, los que te extrañan en la distancia y los que están en vigilia por tu causa y por tu alma. Te quiero hoy y siempre.


domingo, 15 de junio de 2014

LA FÁBULA DE PAUL

       
     
      JEAN-PIERRE: (Con preocupación) ¡Pá, a Capitán le falta un ojo!.
       PAUL: (Resignado ante la pregunta) Ya lo sé hijo, me lo dijiste ayer...
       JEAN-PIERRE: Le falta un ojo porque se lo ha quitado; quiere verme a medias, se cansa de mirarme todas las mañanas.
       PAUL: (Que se percata de que Jean-Pierre tiene un cordón desatado) Tienes que entender a Capitán, a veces se hace difícil soportar la misma cara todas las mañanas (Atándole el cordón) y más si consideramos que tú le estrujas contra tu cuerpo para que te vea en primer plano.
       JEAN-PIERRE: Yo quiero a Capitán igual que tu quieres a mamá, pero mamá no se ha arrancado el ojo para verte a medias.
       PAUL: (Parándose en seco y mirándole con perplejidad)... Eso es porque, verás.....los ojos no son tan importantes. Si mamá pudiera quitarse los ojos sin quedarse ciega, no te quepa duda que se los arrancaría por mí.
      JEAN-PIERRE: (Enfurruñado) No te creo.
       PAUL: ¿No te he contado nunca la historia del oso que tuvo que arrancarse un ojo para comprender que ser peluche no sólo era gratificante sino que además resultaba una honorable labor?
       JEAN-PIERRE: No.
       PAUL: (Adoptando un tono narrativo) Pues entonces escúchame con mucha atención. Voy a contarte una historia que sucedió hace tanto que no existe ser humano en la tierra capaz de recordarla (carraspeando) exceptuándome a mí, claro (Improvisando claramente)...
Cuentan que en un diminuto pueblo, alejado de la inmundicia de la era moderna, vivió un niño llamado François al que todos conocían como “el coleccionista” por su desmedido hábito de coleccionar cosas....
       JEAN-PIERRE: (Agitándose en su silla) ¡No me gusta esta historia!.
       PAUL: (Cogiéndole de la mano) Escúchame y verás. François tenía toda su habitación profusamente decorada por toda clase de artículos de colección y ¿sabes por qué? (Jean-Pierre gruñe negativamente) pues porque pensaba que así no se le escaparía el tiempo... chicles secos, unicornios en miniatura, fotografías borrosas que encontraba entre la basura del laboratorio de fotos, exámenes suspendidos, cada nueva palabra aprendida, calcetines rotos, dibujos de cementerios, tarros de mostaza, mosquitos que le habían picado, piedras feas, mapas meteorológicos de todos los días de un año, coladores de colores, trapos de cocina tocados por su abuela y muchísimas cosas más...que mi memoria no pudo retener cuando mi padre me sentó en sus rodillas y me contó esta historia.
       JEAN-PIERRE: No te creo ¡tú sólo quieres que no me ponga triste!
       PAUL: (Conciliador) Por supuesto que no quiero verte triste, pero déjame terminar por favor....No sé dónde estaba... ¡ah sí! François tenía tantas cosas repetidas en su habitación que resultaba, cuando menos paradójico, que hubiera sólo un osito de peluche (Excitándose ante su propio relato) El osito se sentía diferente a todos los demás por no encontrar a su lado a nadie que se le pareciera; estaba tan harto de ser un trozo de tela rellena de algodón, tan harto de estar al servicio de la estupidez, que pensó en arrancarse los ojos para no tener que soportar el castigo constante de estar siempre feliz.... sin haberse sentido así jamás.
       JEAN-PIERRE: (Movido ahora por la curiosidad) Páá ¿y qué le pasó al osito?.
       PAUL: Se arrancó, casi sin pestañear, el ojo izquierdo y cuando se disponía a cercenar el contiguo, quiso la providencia que el niño cogiera el ojo amputado del oso, que yacía sobre la cama, y lo introdujera en una bolsa bautizada con la etiqueta “ojos simpáticos de muñecos tuertos”. Fue entonces cuando el oso comenzó a ver con claridad la importancia de ser un peluche de sus características, amigo fiel, mudo y tuerto del, sin lugar a dudas, coleccionista más extravagante del planeta (Jean-Pierre comienza a gimotear y Paul entra en una fase desmesurada de exaltación) ¡cómo iba a arrancarse el otro ojo cuando algo hermoso acababa de nacer! su pecho explotaba de júbilo, su ojo izquierdo formaba ya parte de aquella habitación, del alma de un genio virtuoso en el coleccionismo de cosas extraordinarias (Jean-Pierre comienza a llorar y Paul continúa su discurso cada vez más enardecido) un poderoso sentimiento de orgullo se apoderó del corazoncito de nuestro bobalicón amigo y su perenne sonrisa tuvo sentido por primera vez en toda aquella vida de peluche ¡Se sentía feliz! (Levantándose con el puño en alto) Y así, con lágrimas de algodón en su ojo derecho y el espíritu rebosante de dicha, pensó que nunca más volvería a ser algo distinto de lo que era”...FIN.
       JEAN-PIERRE: (Llorando con desconsuelo) Pá, Que historia más bonita. Me gustan las historias alegres y bonitas.
       PAUL: (Satisfecho por el relato, limpia la cara de su hijo) Sabía que te gustaría.
       JEAN-PIERRE: Pero yo no colecciono ojos de muñecos y Capitán se quedará triste otra vez porque yo no sé hacer que se sienta feliz.
       PAUL: (Sacando una bolsa de su bolsillo) Se me olvidó decirte que François dejó esto para ti...
      JEAN-PIERRE: (Con excepticismo) Pero páá, ese niño tiene que estar muerto, antes dijiste que esta historia sucedió hace mucho tiempo. Seguro que me estás contando una de tus mentiras.
      PAUL: No, porque sabes qué, François es un personaje y los personajes nunca mueren (Acercándole la bolsa) Anda, mete aquí el ojo.
      JEAN-PIERRE: (metiendo el ojo en la bolsa. Seriamente afectado) Esa historia me recuerda a mí, yo tampoco sé que hago aquí sentado, me gustaría morirme mañana porque no me entiendo, no, no, no, no entiendo esta silla ,ni tus palabras de libros para listos.          PAUL: (Sorprendido por la reacción) Pero hijo, yo sólo quería...
      JEAN-PIERRE: Tu sólo querías que no me pusiera triste pero siempre olvidas que las historias bonitas me ponen muy triste porque la mía es fea y porque tengo un muñeco que se ha arrancado un ojo para verme a medias...

           

              Fragmento de la pieza "68" estrenada en el año 2009.