lunes, 29 de abril de 2013

OLVIDO





    Ayer me tocaste, pero olvidaste que tengo piel y sentiste sólo cuerpo en tus dedos de hierro. Descuidaste las caricias, regalos de cada día, y me ofreciste la negligencia de estar a medias, desconectado en tu viaje de ida y vuelta a la luna. No, no hace falta que me digas que no volverá a suceder, yo prefiero aceptar voluntariamente a resignarme sin saberlo... O mejor...¡Dame todos los besos de hoy! me pertenecen... ¿Dónde están tus labios? Y no me envíes besos sin remite, no los quiero, me hacen sentir sucia; son como una cita a ciegas con tu egoísmo generoso. Besos a distancia, besos de artificio, besos que sellan mis labios y me hacen callar. Yo no quiero callar, estoy dispuesta a vomitar mi denuncia si es necesario ¡Entrégame tu mirada atenta, dedícamela cuando despierte! Y si eres incapaz de hacerlo, arráncame los ojos, ciégame, seré una autómata que no echa nada en falta, será esclava de tu ausencia...pero libre de ti ¿No hablas? Dime algo, dime poesía ¿también me la has robado? Yo la guardé prudentemente como un murmullo discreto en la cueva de mi oído, pero ahora que importa eso... ya hace demasiado tiempo que no siento el  cosquilleo de palabras vivas trepando a mi complacencia. Hace demasiado que no me siento viva.

domingo, 21 de abril de 2013

EL ÁRBOL.




Existió una vez un árbol, en un lugar muy querido por mí. Cobijaba mis secretos con regocijo callado y un respeto más intenso y certero que el humano. Aceptaba que mi peso enraizara en sus raíces, que mi piel se rasgara con su piel, que mis sueños se enredaran entre sus ramas... Me decía aquel amigo, de semblante cohibido y sonrisa nada recelosa, que creía en la buena voluntad de las gentes que acudían a profanar su espacio para uso y disfrute de su fruto o, simplemente, para abusar de la generosidad de su sombra. Musitaba también, con buen espíritu, que no había en aquellos actos amenaza alguna... sólo un hermoso intercambio de materia, ideas, confesiones y rastros. Nada peligroso.


Reconozco que su inocencia otorgaba un par de alas a mi esperanza, sanando malos recuerdos y desdibujando ese rostro aterrador del hombre como ser destructor e implacable que se había instaurado en mi memoria con el paso de los años. Cada encuentro con el árbol representaba una experiencia vital de diálogos nunca sometidos a patrones propios de la civilización sino, más bien, a códigos de la naturaleza... ese idioma existe y es universal, un placer desconocido para la mayoría de los mortales, refugio de quimeras ancestrales, tan primitivas como el instinto. 




 En alguna ocasión me hizo comprender la trivialidad de mis preocupaciones... Supo transmitirme que no hay mayor horizonte que la ilusión y la pregunta, que celebrar cada derrota y activar una mueca perpetua sólo me alejaba de ese horizonte y forjaba la senda del fracaso... 


Yo no le entendía entonces, con aquella vehemencia desatada...ahora sí. Decía con frecuencia que respirar ya era un éxito y caminar una obligación ineludible... siempre se ruborizaba aquí, en este punto, al verbalizar su intimidad... como el que se muestra emborrachado de una envidia más humana que vegetal.

La última vez que lo vi, enmudeció como acallado por la tempestad postrera y su aniquilador aliento. Sólo se dejo acariciar y me dejó marchar en la soledad que me otorgaban su silencio y mi inquietud. Al día siguiente cuando regresé, ya no estaba... Creo haber llorado, no recuerdo, quizás lo hizo sólo mi alma... Hice, sin embargo, que de mi dolor brotara algo luminoso para que el recuerdo de mi amigo no sucumbiera bajo el peso del estupor y la impotencia de no haber sabido interpretar su quietud. Tatué su cuerpo en el mío, en mi espalda. Mi piel es ahora la que alberga al fiel amigo que hablaba pausadamente. De alguna forma siento su sombra, su paz, su refugio y el eco de su sabiduría. Te tengo en mí, por siempre, hasta que me extinga.


Este post se lo dedico a todos los árboles que han caído a lo largo de la historia sin que nadie les hubiera otorgado el derecho a expresarse... No es excusa decir que no hablan... Yo sé que sí.






martes, 9 de abril de 2013

FRANCIS CABREL


Probablemente un desconocido para la inmensa mayoría, pero toda una eminencia en el panorama musical francófono. Su historia es una más de esas que hablan de un joven, mediocre en los estudios, que comienza a curiosear con sus acordes en esa guitarra que le regaló algún familiar, encontrando en el objeto la inspiración y el amor que determinan al músico y su arte. Tras el seguimiento que hace de artistas como Bob Dylan y Leonard Cohen, nace su sello personal, aquel con el que comenzó unas andaduras escénicas que han perdurado durante casi cuatro décadas. Hijo de inmigrantes italianos, nació en las cercanías de Agen en el sur de Francia y su acento característico sureño no sólo ha sido determinante en el éxito que ha cosechado, sino que ha sido el pilar sobre el que se han sustentado su identidad y sus raíces... Ni siquiera la tentadora París logró atraerle lo suficiente como para que abandonara su pueblo, Asttafort, en el que aún hoy sigue viviendo y del que es concejal de cultura... Discreto con su intimidad hasta el hermetismo, bucólico y romántico, Francis conquistó al mundo entero con una canción versioneada por artistas de todo el planeta (La última en hacerlo ha sido Shakira). Un hit que cruzó la frontera de España, con una versión en castellano que llevaba por nombre: "La quiero a morir" de la original: "Je l'aime à mourir" y que arrasó en las listas de ventas de toda Europa y de América latina. Meticuloso hasta la perfección, ha saboreado la elaboración de cada álbum con una tranquilidad necesaria para su espíritu creativo y desesperante para los seguidores. Cosa que le ha válido la fama de perezoso... Pero nada más lejos de la realidad... Sus giras son conocidas por una sana longevidad escénica y también por una puesta en escena sobria e impecable...Rockn roll y blues en estado puro...Tuve ocasión de verle en directo una vez, con la tournée del que considero su álbum más completo "Samedi Soir sur la terre" y resultó ser una de esas experiencias determinantes, de las que calan hondo... Es muy dado a colaborar en ONG'S y en emisiones televisivas para recaudar 
fondos destinados a ayudar a gente, de toda índole, en situación de precariedad.... como enfermos de Sida (Sol en si) o indigentes (Les restos du coeur). Y musicalmente, que puedo decir, desde muy pequeñito me aprendí sus canciones (mi mamá es francesa) sin entender nada del contenido, pero si de la esencia... Tiene una voz muy envolvente, apropiada para contar historias, como suele hacer en sus composiciones. Y entre las curiosidades que acaban de configurar al artista destacaría que: 
- Dedicó un tema a Balavoine, l'enfant fatal de la "musique française" de los 70-80, que falleció en un accidente durante su participación en el París-Dakar.
      - Tiene una conciencia profundamente ecológica y muchos de sus temas hablan de preservación y de cuidado del entorno.
      - Su tema "Edition Spèciale" formó parte de la B.S.O de "Al filo de la noticia" de James.L.Brooks. 
   -Su canción "Petite Marie", el single que le abrió todas las puertas, es un tema dedicado a su mujer Mariette.
 Nada más, le debía un post por ser simiente de tantos momentos importantes en mi vida. Os dejo con él.







lunes, 1 de abril de 2013

NEW YORK PART I







    Nunca, ni en el mejor de los sueños, imaginé que un lugar me transportaría a estados emocionales tan intensos como lo ha hecho la "Ciudad que nunca duerme"... Desde el preciso instante en que pisé el asfalto de la 8th Avenue, sentí el bullicio de la marabunta humana vibrando bajo la suela de los zapatos y lo que en ciertas ocasiones supone algo parecido a un trauma sensitivo, especialmente si consideramos que soy más rural que urbanita, se convierte, como por arte de magia, en un encantamiento que sólo desaparecería en dos situaciones un tanto desagradables que me quedaban aún por vivir... Pero no precipitemos los acontecimientos. 








El hechizo ejerció su efecto en el día de Saint Patrick... Una colonia de descendientes irish ataviados todos en verde oscuro invadió las largas avenidas cual manto que evoca las praderas irlandesas, con el orgullo propio de quien se sabe nacido allende los mares...Cosa que, por otra parte no justifica la ingesta incontrolada de alcohol y derivados, pero bueno... Qué viva San Patricio!!! No era sólo el hecho de quedar magnetizado por las formas imposibles e infinitas de los edificios o por el inevitable recuerdo de escenas de cine en cada rincón de la Gran manzana... Era algo más, admiración y éxtasis, sorpresa y enamoramiento. Cinco días no dan para mucho cuando estamos hablando de una urbe tan cosmopolita y extensa como Nueva York, pero en tres capítulos os voy a desmenuzar la vivencia para abriros el apetito...





 Manhattan justifica sus excesos con la elegancia de quien se sabe maestro en el arte de la conquista, no es de extrañar que grandes celebridades, especialmente mi 

adorado Woody, 
dediquen sus odas sin 


esconder el profundo afecto que encierran sus versos. Times Square, es por definición un corazón latente, ese centro neurálgico donde los neones despliegan sus flashes y el comercio alcanza sus cotas más altas de frivolidad y estridencia. Por momentos, uno se cree escaparate y un elemento más dentro de su propia pantalla... ¿Pero no es ese el efecto placebo del capitalismo? ¿no se trata de la cúspide de una filosofía de vida en su máximo esplendor?


Los vapores asomando por alguna que otra alcantarilla y brota en mi cerebro un pensamiento incontrolable para Audrey Hepburn....

Y otro para Marilyn... Dos iconos que respiran su presencia por muchos de los rincones que caminan mis pies como autómatas de la curiosidad y el embelesamiento. El Rockefeller Center nos proporciona las mejores vistas de la City, cosa que agradezco profundamente a la climatología, esa misma que días después decidió vengarse llenando de un manto blanco y frío el campo visible de las altas cotas del Empire State. Cáspita, eso si que no me lo esperaba. Su obligada pista de patinaje sobre hielo no facilita en absoluto la tarea de olvidar la simbología cinematográfica y todos los momentos de romanticismo fácil que han aderezado mi vida a lo largo de casi 4 décadas. No puedo evitar pararme a observar cómo patinan... Se despierta en mi el gusanillo... Nace aquí un deseo irrefrenable que persiguió mis días en N.Y, aunque ese no era el momento para fútiles ocios. Tenía que emborracharme de todo el entorno y patinar sobre hielo me parecía tan ridículo mi primer día... En el Moma, por la tarde, sucedieron muchas cosas interesantes. Mi niño interior disfrutó de lo lindo espiando actitudes inesperadas de observadores y observados y plasmando situaciones bien curiosas en el objetivo... Ser voyeur es un vicio confeso, pero perseguir a víctimas inconscientes a lo largo de un museo del calibre del Museum of Modern Art es regocijo puro... Prometo un post con instantáneas explícitas de esos instantes. No pude evitar pensar en mi amigo bloggero Uno, con quien tengo el gusto de compartir éste tipo de aficiones tan... digamos... peculiares...









Sin embargo, uno sale a la calle y cae en la cuenta de que el Museo más impresionante de la ciudad sigue siendo Manhattan y no me alejo mucho de mi pensamiento, me digo, pues pocos metros más allá me encuentro de bruces con Coco, Spiderman y Batman...Nuevos símbolos con piel de superhéroe y cuerpo de inmigrante del este. Muy simpáticos, pero un tanto desmejorados...Eso sí, muy en su papel de elementos móviles de distracción para turistas.




Siguiendo la ruta imaginaria que fragüé en mi mente como única guía de bolsillo, me asomo a la Grand Central Station para constatar su ajetreo incesante, pateo la Quinta Avenida por darme el gusto de hacerlo, degluto un hot-dog by night in the street, escucho los vítores de aguerridos fanáticos en el Madison Square Garden y vislumbro las escaleras del Radio City Music Hall, esas mismas que un jovencísimo e hipotético W.Allen visita junto su tía Diane Wiest en la encantadora "Días de radio".
Finalmente el metro, ese micro-universo repleto de historias, y con él el cierre de esta primera entrega... Un día entero e intenso sigue quedándose ensombrecido bajo la magnánima silueta de los rascacielos... Buenas noches.