miércoles, 25 de diciembre de 2013

LA REVOLUCIÓN DE LOS NIÑOS (O DE COMO PERPHEKTA SUCUMBIÓ ANTE EL PODER DEL ARTE).


    Esta historia sucederá en un tiempo futuro, un tiempo ni tan alejado que nos permita respirar, ni tan cercano que nos hiele la sangre… En cualquier caso las historias se han de contar como sucederán… y esto, tarde o temprano, sucederá... créanme. A no ser que algún elemento inesperado cambie este complicado amasijo de emociones y ambiciones que es la vida…

     El caso es que en ese tiempo futuro, el que ha de venir… sucederá que… No, no, así no se puede iniciar nada… un condicionante severo este del devenir… dejaré pues de hablar en futuro, que me siento amenazado al contarlo, hablaré mejor en presente… cierta resignación es apropiada para implicarse con lo que ha de suceder, eso que aún no ha sucedido…Aunque si hablo en presente no hay solución y el tono descriptivo será más tremendista y vivencial… no, tanta pasión no debe ser buena; mejor hablo en pasado y preservo el clásico hilo conductor de la narración, para habituar el oído a la melodía penetrante del cuento o de la fábula, sí señor. Esta es buena solución. Hablar en pasado insuflará al relato cierta esperanza… quedará la puerta abierta a un cambio que aún está por venir… Todo viaje iniciático tiene su recompensa…sí, me gusta. Mucho mejor en pasado… cómo no lo había pensado antes…

    Pues bien, cuentan que esta historia sucedió cuando las preguntas eran más frecuentes que las respuestas, cuando la ilusión se cubría de una fina capa de plomo y los sueños eran instrumentos de libertad censurados por la tiranía de un Imperio adormecido conocido como Amnesia… Solamente los viejitos, seres conocedores de tiempos inmemoriales y mundos ancestrales, se permitían pequeñas licencias privadas en la intimidad del hogar. Eran pues el oxígeno que respiraban algunos niños inquietos cada vez que palpitaba una curiosidad irrefrenable en su interior… Sus cuentos buscaban dar razones precisas a las preguntas de los vástagos, no sólo intelectualmente, también en el plano espiritual. El ritual de la narración podía ser penalizado seriamente por el Imperio, iba contra toda norma ética, de ahí el anonimato que confería el hogar a tremendo acontecimiento de insurrección. Por otra parte abuelitas y abuelitos acostumbraban a cerrar sus relatos con una frase consensuada y universal, pero secreta, que decía algo así como: “Y los niños vivieron como quisieron vivir”… Pobre de aquel anciano que fuera descubierto en su perversión… desmemoriado, exiliado y abandonado sin el olor de la infancia. Repudiado por todos, en definitiva. Por esa razón era tan importante ser discreto… y, por ende, muy constante en la lucha contra el Imperio de Amnesia y su Sociedad PerpheKta.

    Sociedad PerpheKta, era un sistema creado a partir de los criterios abusivos de producción y discriminación para nivelar el desequilibrio inherente a una civilización demasiado implicada en el plano emocional y sensitivo. Sencillamente no interesaba humanizar, ni cultivar la curiosidad. Siguiendo estas premisas quien no producía lo suficiente para enriquecer al sistema o quien no respondía a la demanda del mismo, es decir, seres débiles, no formados, personas de otras etnias o incluso enfermos… era directamente trasladado al departamento de Transformación donde se le aplicaban técnicas altamente cualificadas para optimizar el producto humano y hacer de él un ser dócil, abnegado y eficiente… Si aún así se resistía al cambio… Bueno, si eso sucedía… sólo quedaba el destierro, un destierro irrevocable y cruel llamado “El abandono”. El Presidente de PerpheKta, el Señor Tajante de Ambitia, un lejano reino de codicia sito en las lindes del Valle de la Perdición, era un tipo intransigente y con carisma, que había encontrado el elemento distorsionador del equilibrio humano. Descubrió que el sentido de la utilidad debía estar siempre por encima del espíritu creativo, el arte supeditado a la efectividad, el proceso personal anulado por la productividad y las preguntas silenciadas por el murmullo constante del miedo… ese que paraliza y que convence de las inconveniencias de ir en contra de lo establecido.

    Aquel Imperio no fue creado a partir de la nada, fuerzas malignas y bien seleccionadas por la mente pérfida de Tajante, participaron en la operación contra la especie humana más calculada y fría que se haya escuchado jamás. Las Inánimas, sombras antiguas sin remordimiento ni afectos declarados, eran participantes activas y sigilosas de unos planes, los de Tajante… que un día llegaron a consolidar aquel reino implacable de desidia y oscuridad invisible.

    La vida en las calles se regía por la métrica perenne de un tic-tac que medía el rendimiento y que marcaba el ritmo constante por el que guiarse en cada pequeña acción. Rascarse la nariz era un tic, agacharse un tic, tac, tic, tocar a una puerta un tic, tac… correr podía suponer una sucesión infinita de tics y de tacs que se contabilizaban en el Contador de tictacs, más conocido como “La esponja negra”. Medidor de impulsos reales que daba como fruto un papel en el que el esfuerzo humano estaba pormenorizado en apartados como destreza, constancia, resistencia, afán de superación y resultado. La máquina culminaba su valoración con una A que significaba Apto o una D que aludía a la deficiencia y designaba advertencia, peligro y supervisión… 3 Des suponían exilio y un no retorno a la vida en Amnesia, en consecuencia... el olvido eterno.

    Las Inánimas cumplían esa función de supervisión, no sólo en las calles, también en los hogares y en las escuelas… donde la educación debía pasar por ciertos filtros nada ortodoxos que anulaban cualquier opción de los niños a crecer en libertad. El tic tac no les era ajeno, los resultados regían su evolución académica y la espontaneidad o la diferencia eran marcadas con una estrella negra en su indumentaria, símbolo del miedo en el Imperio de Amnesia. Estigma para sus portadores y amenaza para todos los que observaran la inequívoca insignia.

    Esta historia no habla de buenos y malos, sino de ciegos e interesados, de hechiceros del tiempo y corderos descarriados, de sometidos y alzados, de poderosos y derrocados… pero fundamentalmente de cómo los niños consiguieron utilizar el arte y el juego para alcanzar su revolución… Una fisura para Perphekta, un halo de luz para todos.














































domingo, 8 de diciembre de 2013

LA INTIMIDAD DE MIJA




El judío está lavándose en un barreño de escasa amplitud. Se encuentra a solas en una habitación oscura y húmeda. El agua está fría y tararea una canción. Se muestra ausente, su cadencia le delata.


MIJA: Quiero ser el niño que un día se encuentra con su sombra; el mismo que hace creer a todos que está loco pero que, en el máximo exponente de la cordura, se protege del peligro de implicarse con sus propias emociones. Quiero despertar siendo ese niño que inventa un amigo, un inocente y dócil acompañante que en nada contraría, que siempre hace por escuchar y que nunca desaparece del todo. Ahora mismo estaría aguantando vómitos y tormentas sin importarle lo más mínimo, sin dolor ni reproches. Su rostro no se sentiría incómodo al sentir palabras de desaliento, yo lo notaría sólo con verlo. Nos tocaríamos sin tocarnos, nos amaríamos en cada anochecer como dos amigos que necesitan experimentar con sus cuerpos. Jugaría con él a crear formas del todo imposibles y nos reiríamos de las batallas perdidas, ayudados por la composición de un elefante con dos trompas. Dibujando figuras en el vacío, dejaría de pensar que me siento así. Vacío. Siempre pensé que la vida sería algo diferente a una tortura. No es que respire compasión, es que pienso que el sentido de mis días ha sido lapidado y sepultado bajo los escombros de una casa en ruinas. Una vez rota y desvencijada, todo es silencio. Perezco lentamente invadido por inevitables preguntas. Pienso que allí, en ese contenedor de deshechos que es el alma, nadie buscará objetos perdidos, recuerdos, maletas, ropas que no hayan sido dañadas. Era vieja y ya no estaba habitada, dirán. Después de un rato asomaré la vista entre dos vigas de madera. Nadie en el horizonte. Sencillamente se habrán marchado todos. Ninguna nota bajo el felpudo. No han querido saber, no han indagado las causas, hay cosas más importantes que una casa en ruinas. Y yo me pregunto ¿Cómo puede un ave Fénix resurgir de sus cenizas cuando no existe la motivación vital? Soy un punto y a parte, en la historia, en mi historia. Construirme a mi mismo es un deseo que nace y muere en mí y esa es demasiada carga para un niño grande sin sombra. Quiero cerrar los ojos un instante, encontrar una sola idea que me aleje del deseo de permanecer escondido en la desidia. Los hombres deben construir su destino ¿Pero qué pasa si el destino ha sido alterado sin contemplaciones? ¿Cómo puedo ser hombre, si me han hecho sentir residuo? ¿Cómo abandono al niño herido si el hombre no ha podido vivir su tiempo? ¿Qué hago cuando la ausencia quiera abrazarme?

Fragmento de "La joven del Vístula". Enero 2.011.