martes, 12 de julio de 2011

TRASH-ART GIRLS



NEMY, NINNY Y VIVY: ¿Empezamos?
VIVY: El arte de hoy es basura.
NINNY: La basura ensucia.
NEMY: No hay suciedad más profunda que la codicia.
NINNY: Somos un eco.
VIVY: Somos muñecos.
NEMY: Somos el rastro de aquel reflejo...
VIVY: que destrozó los sueños.
NEMY: De lo que pudo ser.
NINNY: ¿Qué será?
VIVY: La nada.
NEMY: ¡Y mañana!
VIVY: ¿Campanas de esperanza?
NINNY: Mejor una venganza,
NEMY: mejor la vida entera.
VIVY: Te espero fuera.
NINNY: ¡Grito!
VIVY Y NEMY:¡Ahh!
NEMY: Levito.
NINNY: Me irrito.
VIVY: Destruyo mi autoestima. 
NEMY Y NINNY: ¡Eso no rima!
VIVY: Sofrito.
NEMY Y NINNY: ¿De qué?
VIVY: De emociones,
NINNY: de modas,
VIVY: de fotos arrugadas
NINNY: y de payasas gastadas...          
NEMY: De canciones.
NINNY: Canto.
NEMY: Canto y los males espanto.
VIVY: Como en el arte malo.
NEMY: O las malas artes.
NINNY: El arte de hacer el mal sin que nadie lo note.
NEMY: Excepto la víctima.
VIVY: ¿Y cuál es la salida?
NINNY: La más rápida,
NEMY: la única clara.
VIVY: La menos amada por los que la temen.
NINNY: La impronunciable en tiempos de agitación.
NEMY: La que traemos envuelta,
VIVY: en versos sueltos.
TODAS: La que es llamada... Revolución.

miércoles, 6 de julio de 2011

CONFESIONES





    Sonámbula de día, persiguiendo luces de neón que parpadean en los supermercados, comprando etiquetas, imágenes que me tientan a medias y algún comentario soez que cae de pleno en mi cabeza desde la estantería del lavavajillas. Pago con un cheque sin fondos y la cajera  busca en el fondo de sus entrañas un motivo para no despreciar mi abrigo de siempre. Tropiezo con el rostro desencajado de un coche a la deriva y pienso que el paso de cebra es un cementerio de tumbas blancas y negras. Me quedo con la blanca. Soy una niña pequeña saltando en la tecla blanca de un piano, en la blanca no hay precipicio… Pero en ella sigo siendo un punto negro. Me llamo estúpida por insinuarme sin gusto a un hombre que he visto ninguna vez en mi vida, no soporto esta debilidad que llevo a cuestas. Llego a mi calle melancolía donde las sonrisas están codificadas y sólo se comunican los que tienen algo que llorar. Yo prefiero llamarla calle de los lamentos, porque parece más alegre. Tropiezo con el escalón, ese bendito escalón que me sangra el pie siempre que nos vemos y que me hará sentir viva por primera y última vez en el día de hoy. Abro la puerta y los gatos se apelotonan con su egoísmo habitual a mi alrededor y yo soy la misma ingenua que piensa que buscan algo distinto a una lata de conservas. Dejo una bolsa en cada rincón de la casa. Me precipito a la ventana de la esperanza, que está justo al otro lado de la calle melancolía, esa que yo llamo calle de los lamentos y con mis manos apoyadas en la cortina, sin atreverme a descorrerla, veo la gente pasar y pienso que mañana… Tal vez mañana, sea diferente.