jueves, 29 de septiembre de 2011

IRISH PUB



    Debe ser que el españolito de a pie tiene dibujado en el rostro cierto trazo de incertidumbre, sol y espíritu festivo, reconocible, únicamente, por el entorno más tenaz. Hay lugares peligrosos, hay lugares para los que uno no está nunca preparado. IRISH PUB, en Derry, Irlanda del Norte. Los visitantes: "nosotros". Somos guiados por la inocente consigna de socializarnos con “El irlandés común” en un marco incomparable de bienestar y celebración y, a ser posible, bien acompañados por una buena pinta. Es pronto, comienza a anochecer. Nos abordan ya en la puerta, con piropos y frases indescifrables, es fácil caer ante la comitiva de bienvenida entonada por dos zagales autóctonos vestidos con piel de destilería y un ornamental interrogante en la cabeza ¿Querrán conocer los secretos de nuestra Irlanda profunda? Entramos, no sin dudar seriamente en el acierto de nuestra decisión. Al principio todo son miradas esquivas o solícitas, dependiendo del sexo, la intención o el grado de alcohol que flirtea con los glóbulos rojos de los asistentes. Pero, súbitamente, sucede lo que yo llamaría “El efecto de la mutación inesperada”.Los ojos de aquellos seres se tornan esferas de obsesión precipitándose de sus cuencas hacia el vacío. La saliva encharcando el suelo ya bañado por el bourbon añejo vertido en la fiesta del “día del Ulster” que se celebró la semana anterior. Y las manos, esas manos pálidas y curtidas que se despliegan en un alarde de majestuosidad animal, un ejército de mantis humanas al acecho de los visitantes foráneos. Ya es tarde, no hay tiempo para la reacción. Bueno, yo sí. Lo hago con presteza. Consigo agazaparme tras un periódico local que rememora el virtuosismo del IRA en sus años dorados. Dos de ellos se abalanzan sobre una de las chicas y la acorralan… Comienza el interrogatorio. Quieren saber cosas de toda índole, trabajo, vida marital, peculiaridades ibéricas y sobretodo... "Fútbol" ¿Se puede ser más forofo del Barça? Y es precisamente el fútbol quien logra conciliar las ansias de conquista del ejército siniestro. Les motiva tanto que no se percatan del poco interés que ese tema despierta en nosotros. Más bien les trae sin cuidado. Un espontáneo aprovecha el clima relajado para contraatacar a otra de las chicas. Opta por la seducción, por olvidar durante unos segundos a su mujer enfundada en permanente malva y delantal, para seducir con su aliento y su exquisito don de gentes. La atmósfera adquiere tintes de erótica bizarra. Mi amiga sonríe entre la incomodidad y la simpatía de la situación. El esforzado galán advierte la imperiosa necesidad de regresar al hogar antes de que sea tarde para su integridad física, no sin antes lanzar una nueva exquisitez sólo de ida. Sigo observando y me siento privilegiado. Los rostros excitados no se detienen en mí. Puedo continuar siendo espectador. Tengo la lívido por las nubes, comienzo a cuestionarme y este éxtasis inesperado es propio de un voyeur inconfeso ¡¡demasiado transparente!! pero... es que el festín es tan brutal, tan karmático... Nos devoran con palabra y babas, sin perder un ápice de su ternura ¿Cómo demonios se explica esa combinación? ¿quieren hacer amiguitos? ¿estamos dentro de un Gran Hermano? ¿se trata de una ilusión óptica? ¡Ahhhh! No puedo parar de espiar a esas exuberantes bestias de la comunicación. Un nuevo amigo es adiestrado por un señor ansioso de conocimiento y su, precozmente bobo, hijo. Sólo quedo yo, el clima se enciende por momentos. Las ansias de posesión se acrecientan. Estamos en peligro, soy consciente. Todo está perdido, ya no hay riendas que llevar, nos manejan a su antojo. El principio del fin está próximo. La inocente pregunta de uno de nosotros sobrevuela en el ambiente sobrecargado del pub y en su densidad repica como una campana. Corta de cuajo la aparente armonía y el silencio comienza a pesar de verdad. Algo va mal ¿Por que vuestra ciudad se llama Londonderry pero todos decís Derry? Los esfuerzos de un señor por camuflar la osada reflexión son inútiles. Ya ha sido pronunciado lo impronunciable. El claqueteo de mandíbulas se dispara, los ojos, otrora apacibles, vuelven a su tensión inicial y las manos, esas manos de imposibles formas y dentadas sierras, se extienden en violenta comparsa hacia nuestra retaguardia. Huimos, tropezando con todo, derramando la Guiness y batiendo algún tipo de record (Guiness tal vez) no oficial. Se trata de la retirada más abrupta y menos elegante de la historia, sin duda. Diseminando pedazos de palpitar en las baldosas y con los nervios estrangulando el aire. Así fue como sobrevivimos a la incultura, así fue como la sombra del Imperio Británico despertó a las bestias predadoras del nacionalismo más radical y menos previsible. Así ha sido y así sucedió todo, como os lo he contado.