martes, 22 de marzo de 2011

LA GAVIOTA II


   
    En Ushuaia estaba mal considerada por la productora de guano. Michaela aportaba el hediondo sedimento como asociada honorífica. Semi-líquido, masivo y grisáceo. El clásico residuo que enamora y que vende. Perfecto en el mundillo. La empresa hacía conocerse por su nombre "la vida suelta" y por estar en el culo del mundo. Pero la excrecencia de nuestra amiga alada cambio, sin más, de color. De una forma irreversible e inapropiada. Ya era tarde para intentar convencer. El producto genuino perdió calidad. Regurgitar arenques fermentados no era suficiente. Tenía que pagar el precio de su osadía. Las puertas se cerraron. Michaela alzó el vuelo en dirección a vientos menos huracanados, en su cabeza palpitaba ya la intención de deglutir su ira sin cagarse en todo. Con el pensamiento cautivado por la idea de ser de nuevo deseada, llegó a Montevideo, casi en un suspiro. Iluminada por los destellos del Río de la Plata en sus ojos verde aceituna. Decidió probar suerte. Por qué no, pensó. Pero la fortuna distaba mucho de ser una aliada. Uruguay no es nada guay si la alineación planetaria no está de tu lado. Ya se lo decía el horóscopo. No te guíes por impulsos o recibirás un golpe de los que te dejan tibia ¿Puede una gaviota entender las sutilezas de la humanidad? Se entregó sin miramientos a los encantos de un albatros marinero, enroscada en sus fuertes alas por aquello de paliar los brotes de dolor que aún bullían en su interior. La calidez poco habitual de aquel viril espécimen de ala robusta le hizo creer durante un segundo que estaba ante su salvador. Juan era su nombre. "El Gaviota" su apodo. Pero no era ningún héroe forjando su viaje iniciático. Era tan sólo un farsante, el equívoco reflejo en el que mirarse. No hicieron falta promesas vanas ni ojitos encandilados para tocar la tierra. El albatros obtuvo lo que necesitaba y se esfumó en una estela de mentiras tan doliente como el desengaño de haber quedado desplumada y humillada. Michaela lloró mirando el puerto. Las personas parecían no complicarse en exceso mientras cargaban aquel barco con cajas marcadas por un frágil mayúsculo. Como su corazón. como su aliento ¿Sería la vida más sencilla de lo que le parecía en ese momento? Alzar el vuelo era ahora un desafío.  

http://www.youtube.com/watch?v=Cg0g-_VaskA

domingo, 13 de marzo de 2011

LA CONFESIÓN DE CLAIRE



CLAIRE: A Paul no le gusta que fume, ya se que ocultarlo no es la mejor solución, pero no quiero que se preocupe por nada y menos por un vicio absurdo que sólo consigue despertar mi melancolía...(saca un mechero de la cajetilla y se enciende un cigarro. Comienza a fumar con deleite) Conocí a Paul en una cafetería del este, mentiría si dijera que ha cambiado mucho....sigue igual de encantador que entonces, ¿no les resulta entrañable? Era miércoles, yo desahogaba mi confusión escribiendo, cosas de las que me avergüenzo, en un viejo diario. Él estaba sentado sobre uno de esos taburetes altos forrados en piel, frente a la barra, moviendo a sacudidas la cucharilla de su café au lait; mirándome intimidado sin querer mirarme, pero sin poder evitarlo, mientras su desayuno desbordaba la taza y el camarero le increpaba por ponerlo todo perdido. En la radio sonaba “La vie en rose”, el himno glorioso de una premonición que tomó cuerpo entre flirteos de adolescentes caducos y una atmósfera de lo más inadecuada; nunca olvidaré la expresión de su cara de miércoles por la tarde; me resultaba tan cómico verle agitar la cucharilla de aquella forma; como el que espera obtener un obsequio, mojando su brioche en el aire por no separar sus ojos de los míos y con aquel gesto lamentable de querer decir y no atreverse que le hacía tan vulnerable, tan apetecible... Han llovido tormentas de abandono desde entonces, Paul ha vivido estos capítulos de la vida en común preocupado por despertar un día y no sentir nada, ni siquiera remordimiento por la apatía...Su corazón ha sufrido el desgaste de noches y noches esperando que ustedes regresaran... sí, ustedes... es que acaso siguen sin comprender...han vuelto para ayudarnos a ser lo que fuimos, cuando sonaban campanas de esperanza en la ciudad, ¿entienden lo que quiero decirles? Me preocupa como se vaya a tomar Paul este nuevo aliento, la última crisis fue terrible...(Suena una sirena en la calle. Claire apaga el cigarro y se incorpora de un salto) ¡Paul, Paul ¿escuchas? la gente grita en las calles ¿escuchas? Tal vez no sea demasiado tarde!

miércoles, 9 de marzo de 2011

LA GAVIOTA I



    Es una de esas mañanas perfectas que templan el rostro y acarician el alma. Percibes que el aire es demasiado plácido para ser cierto, la luz resplandeciente y vívida, las miradas acogedoras, el mar un remanso de paz sin ese constante fulgor del rompe-olas. Reina la calma y las voces de los pasantes son un murmullo adormecedor, casi una letanía. Huele a "Fruits de mer" y el estómago parece manifestar su vertiente más activa, de momento sólo una "Alhambra" y unas olivas. Es entonces cuando suena un saxo. Sólo falta el sexo, pero  no es apropiado en un paseo marítimo (Al menos no en pleno día). Piensas en voz alta que tus sentidos gozan del deleite de una plácida mañana, inalterable y hermosa. Nada puede estropear lo que sientes. Sacro error. Justo en la fracción de segundo inmediata al pensamiento, cae sobre ti un regalo del cielo. Es líquido, verde y cálido. Podría ser el "pesto" que el niño holandés de la mesa de al lado ha hecho volar hasta tí, por encima de la cabeza de su padre. Pero no. Viene de arriba. Las teorías absurdas que rondan tu cabeza aterrizan finalmente en un significado real. "Caca de gaviota" .Para ser más precisos, diarrea. Tu inmaculado ropaje tiene tres pequeños visitantes verdes. Al igual que el cojín del sillón, la cerveza y las olivas (¡Démoslas por perdidas!). La gaviota anda suelta, pero sigue en su vuelo imperturbable sin alterarse lo más mínimo. Ella es la auténtica protagonista de esta historia. Pronto conoceremos su verdad.