No toquéis a mi puerta que vivo solo y me molesta la inquietud de saber que ahí fuera hay alguien pensando en mí...Es tal mi alteración, al imaginar la posibilidad remota de estar en un pensamiento, que sufro ataques de pánico y sudo como si respirar el aire me comprometiera más allá de mi supervivencia. No, no quiero abrir; si abro esa puerta entrará alguien y se quedará, me pedirá cosas que no se si puedo dar y me asolará la ansiedad de no cubrir las expectativas que se hayan formado sobre mí. ¿Qué dirá si descubre que a veces no sé que decir?. Seguro que sale corriendo y me deja con la mano tendida y cara de inútil integral. Quiero ser acróbata sobre la cuerda de los sentimientos, un fanfarrón o un bohemio que no cree en nada, ni en falsas amistades, ni en amores de intercambio, ni en promesas que no aspiran más que a violar la fe de ingenuos y resignados.
El pestillo está echado para ahuyentar las dudas, para permitirme dormir seguro cada vez que se instala un miedo en mis dientes, un miedo de esos que no se pueden disipar si no es cantando hasta el alba. No quiero abrir la puerta, que se marchen todos; hay tantas cosas que me pueden entretener aquí, en mi refugio. Desarrollar mis pecados, flagelarme con el cinturón de castidad, llorar con la misma película de siempre, limpiar el polvo del buzón, planear mi próximo viaje, pensar en mi destino.... Escucho el silencio, quizás no haya nadie al otro lado, el silencio me da una paz malsana, torturadora. Necesito palabras aunque sean vacías, las palabras sabrán decirme mentiras que me encierren en el escaparate de cada día, donde algún malintencionado me joderá para sentirse más libre. El tiempo se desvanece entre mis labios mientras pronuncio esta frase, demasiado tarde para reflexionarla, ya está dicha. He dicho que no voy a abrir la puerta, he visto lo que les hacen a todos esos estúpidos confiados. Te cosen la boca, te atan las manos, te apalean el culo y escriben “ cobarde” en tu frente por huir de las responsabilidades. Mis temores están escritos con letras de mierda sobre la frente, mi lastre humano particular, mi miseria inevitable. La vida cuanto más vacía, más pesa. Así se llama el libro que leo por las noches, entre las líneas del último capítulo de mi vida. Basta ya. Quiero más acción y capacidad para rescribir mi historia; es tan peligroso cultivar la angustia de vivir, que un día puedes amanecer en la puta casa del terror rodeado de todos los fantasmas que has tratado de enterrar mientras ocultabas un secreto. Está lloviendo, un día gris pero, ¿por qué el hecho de que llueva nos resulta tan triste? ¿podría un día soleado ganar el concurso de tristeza a un día lluvioso?, aun diría más ¿qué es más lamentable, partirte la crisma, contra la acera, en un día gris o descubrir que tus padres no sólo no se quieren, sino que se odian, en un día soleado? ¿y la vida no es más patética cuánto más negro es el día? ¿los escandinavos no deberían meter todos la cabeza en el horno con tanta lluvia? ¿y no es la primavera la peor arma mortal de la autoestima? Dejadme que me ría. Estoy recordando mi último sueño. Parece que ya sale el sol, en esta foto me reconozco lleno de dicha, cuánta inocencia en esas mejillas; si es que todo es más llevadero con una sonrisa, voy a reírme de mi hasta que reviente, hasta que salpique el asfalto con pedazos de las vísceras de cada sentimiento frustrado ¿Por qué hay tantos corazones cargados de piedras? ¿qué es lo que nos hace tan frágiles? No importa. Ya está todo mejor. Creo que voy a abrir la puerta, mi estomago palpita, siento pánico....Ojalá se estropeara la bisagra....Pero no... No puede ser....¿qué haces tu aquí?.