lunes, 18 de abril de 2011

MARCO

    "En un pueblo italiano..." ¡Aaaay, Marco! El niño que atravesó medio mundo con la sola, y nada desdeñable, motivación de encontrar a su mamá. Aquel niño de mirada cándida que pasó por todo tipo de penalidades y angustias, que asumió despreocupadamente la responsabilidad de ayudar a quien lo necesitara por el camino; esa misma criatura que nos robó a todos el corazón, no era más que un farsante. Me explico, no os asustéis. Que el mito no caiga del altar, al menos no todavía. Marco existió realmente, era un niño siciliano muy ducho en las artes interpretativas gracias, entre otras cosas, a su formación acelerada con el método Stanislavsky y a todos los castings que, a su corta edad, ya llevaba sobre las espaldas. De hecho, pudo haber sido "Pedro el cabrero" en la archi-conocida serie tirolesa, pero nuestra Heidy, que ya en sus inicios no sólo era un mal bicho sino además una precoz productora, dijo textualmente al verlo: " Uuy qué mono... ¡A la puta calle! Yo quiero un hombre". 
La historia del niño italiano que va en busca de su madre le iba como anillo al dedo, tanto se amoldaba a su perfil que bautizaron la serie con su nombre.
      Pero no se puede ser un artista renombrado, a la par que siciliano, sin despertar el interés de las mafias. Sólo se habían grabado tres capítulos y nuestro pequeño amigo ya había desaparecido, se había esfumado como por arte de magia. Todo aquel asunto era de esperar, los mafiosos pidieron una millonada por el rescate y los de la productora pensaron que sus bolsillos se resentirían menos si buscaban un nuevo Marco que si pagaban aquella salvajada por un niño que, a fin de cuentas, era un poco redicho y que, seguramente, habría sido secuestrado por su propia familia.
    El director de la serie, ese mismo fin de semana, había conocido a un saltimbanqui enano que trabajaba en un circo ambulante a las afueras de Roma. Aquel tipo era un perfecto imitador, capaz de transformarse en cualquiera ¿Por qué no en Marco?- Pensó- El enano tenía voz de niño y era igual de cabezón que su predecesor. Lo de la cara tampoco era un problema, porque los capítulos ya grabados aún no habían sido emitidos. Aquella era pues la solución perfecta.
    Rocco, así hacía llamarse el enano, aceptó gustoso el reto de convertirse en el nuevo Marco. Pero a cambio y, como condición inapelable, impuso la presencia de su macaco Amedio como actor secundario en la serie. Una vez renovada la cláusula, su salario fue ampliado no sólo en dinero, sino también en especias. Con dietas a base de bananas y cacahuetes.
    El hecho de que nadie llegara a ver nunca al Marco verdadero, fue determinante. Jamás se descubrió el engaño que representaba Rocco con maestría, eso sí. Pero siendo fieles a la verdad, el rodaje fue un verdadero suplicio, sobretodo para Marta Giannini, la actriz Bonaerense que representaba el papel de la madre abnegada, pues, a parte de sufrir agresiones físicas y cacahuetazos por parte de Amedio, cayó profundamente enferma sólo de pensar que tenía que compartir plano con Rocco en la escena final de la serie, o sea, que lo de que su madre estuviera enferma de muerte les vino al pelo para justificar su mal estado. Primer conato de tele-basura.
    A pesar de aquellas pequeñas dificultades la serie obtuvo un éxito rotundo en todo el planeta, siendo nominada en 13 categorías para los premios Animatel. Por causas desconocidas, y un tanto extrañas, “Marco” fue la gran derrotada de la gala consiguiendo tan sólo dos estatuillas, la de actor revelación para Amedio, y el consecuente apoyo de la crítica, y el premio a la mejor canción por “Mi mono Amedio” que desató la polémica y desencadenó una ruptura insalvable entre los dos amigos, pues, según Rocco: “Ese era el tema de los créditos y darle tanto bombo a la cara "b" del disco era como decirle en su cara que el macaco era infinitamente superior a él”


    Así pues, Rocco regresó a su circo para hacer lo que mejor sabía hacer: el mono. Y el mono de Rocco, Amedio, ya metido de pleno en el “Star system”, creó su propia distribuidora cinematográfica: “In the palmera productions”.
    Instaurado ya en el mono-polio, dirigía, producía e interpretaba todas sus películas: aquella fórmula funcionó perfectamente durante unos años, pero luego, ya se sabe, pasó lo que tenía que pasar. La inevitable decadencia. El ritmo de vida que llevaba era tan trepidante que sólo era sostenible con el consumo abusivo de estupefacientes y psicotrópicos; sí, señoras y señores, Amedio se ponía hasta reventar y no sólo eso, sino que además la distribuidora acabó por convertirse en una excelente tapadera, repleta de fracasos sin sentido, cuya única función era encubrir al mono estrella mientras éste se dedicaba al tráfico de coca.
    Viendo hacia dónde iba encauzada su vida, Amedio decidió echar el resto, retirándose por la puerta grande con su última superproducción. Según algunos críticos malpensados su único propósito era parodiar la historia de Marco. El título no podía ser otro: “Narco”.
    Narco contaba las peripecias de un simio que cansado de su vida anodina y fría en un zoo de Finlandia del este, decide fugarse para ir en busca de su mamá que trabajaba de misionera en Ruanda en una protectora de gorilas de montaña. Al no poder sostener los gastos del viaje se hace narcotraficante en los bajos fondos de Tampere y cuando consigue reunir todo el dinero que necesita para un yate a propulsión se lo compra y llega a Ruanda en un pispás, con tan mala suerte que nada más poner una pata en tierra, se entera de que su madre ha muerto por asfixia comiendo una banana hacía apenas una semana.  
    Sucumbiendo al más profundo de los dolores, acaba refugiándose en los brazos de una gorila coja que no sólo es la mar de cariñosa, sino que además conoce en profundidad la medicina natural. Con mucho esfuerzo y grandes dosis de cariño, consigue quitarle todos sus vicios de golpe y finalmente le hace ver la vida desde una óptica más mona.
   Inexplicablemente Narco fue un fiasco y supuso el fin de su carrera. Con el tiempo, revisitando su obra póstuma como artista, comprende la estupidez de sus actos y consigue abandonar sus malos hábitos definitivamente. Regresa a Roma donde Rocco el intrépido, olvidando todo rencor le da un abrazo, un cacahuete y un golpecito en la espalda. Una vez aceptado en el gremio circense, vuelven a ser los inseparables Rocco y Amedio. Mientras Marco, el de verdad, mimado de nuevo por las mieles del éxito, es reconocido por todo el mundo con su ópera-rock: “ Vendetta”.


6 comentarios:

  1. Se dice que Narco no ha muerto y está en Gibraltar acompañando a otros simios ilustres como el mono de Tarzán, el gorila del rey Kong o Jesús Gil.
    Saludos.

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  2. GINCRISPI: Mi labor de investigación le perdió el rastro en Roma... Pero algo había escuchado de su reincidencia. Quedaba más mono así, sin profundizar en su decadencia. Un abrazo.

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  3. Y NO SE OLVIDEN DE OLIVER, EL QUE PARECÍA HUMANO. SUERTE.
    http://www.youtube.com/watch?v=YwzfuNNdsjA

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  4. Qué buenos recuerdos me trae Marco.
    un abrazo,

    Romek

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  5. OJT: De él no tenía ninguna noticia, pero ya me estoy informando. Gracias, un saludo y bienvenido.

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  6. ROMEK:A mi también a pesar de lo retorcido de su su historia. Todos tenemos un pasado. Una abraçada.

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