miércoles, 27 de abril de 2011

HELEN


    Se llamaba Elena, Elena Alegre. Paradojas de un nombre que predestina a lo contrario de lo que dice. Sólo intentaba ser eso, una persona alegre. A veces torpemente solícita, otras irreverente. En una ocasión sentí esa ternura maternal, pero fue breve. Su sonrisa procuraba encajar los golpes de una vida turbia y descarriada. Tenía fuerza, un torrente desbordado de esos que arrastran todo lo que encuentran, pero sin moderación, implacable. De esa forma buscó mi afecto, entre las esquinas de barrios imposibles. Llegó a asustarme, a pesar de ser inofensiva. Todos hablaban, todos decían. No pertenecía a mi mundo. Sin embargo, sólo pedía cariño. La gente de su entorno llegó a convivir con la habitual ignorancia hacia la rubia alocada. Yo fui uno de ellos. Se llamaba Elena, Elena Alegre. Decía ser una coach, de destinos y de vidas confundidas. Buena voluntad no le faltaba. Pero claro, como decir a esos ojos azules y a la vez flameantes que el mejor entrenamiento para su vida era protegerse, cuidarse y no exhibirse en mini-falda para captar la atención de los hombres trasnochados y las mujeres harpías. Quise decirle, con tacto, que esa vida elevada y sin rumbo la llevaba a un precipicio irreversible y que una cosa es tocar con pies en tierra y otra muy distinta tirarse en plancha sobre el lodo, sin precaución, sin recato. Creo que no me entendió. Pienso que se vio tristemente perdida. Desvinculada de lo que podía conectarle al mundo más real. Un fracaso más, una verdad apabullante más que digerir a palo seco. Ahora no importa mucho. Hoy saboreo el lado amargo del recuerdo. Sin significar nada en mi vida, me veo obligado a recordarla. Madre y mujer solitaria, queriendo regalar amor y perdiendo a sus dos hijos por razones que desconozco. Perdió la luz y buscó otro camino. La tierra le llamó con estrépito. Una llamada intransferible de esas cuyo significado se sabe cuando suena en la mente, como esa voz que repica una y otra vez, una y otra vez... Sucedió sin transcendencia, nadie supo nada, nadie pronunció su nombre. Se lanzó bajo el fulgor de un inter-city, aplastada más por la pesadilla de una vida sin sentido que por el excesivo tonelaje. Quedó atrapada entre las dos cuchillas férreas que la llevaron finalmente a la tierra. Esa no es la forma, no entendió nada. Pero así  era ella, siempre excesiva. Se llamaba Elena, Elena Alegre. Se paseo por mi vida, como por casualidad. Pero no fue insignificante, aunque nadie la nombre ya.

18 comentarios:

  1. BULULÚ: Hay gente predestinada a estrellarse, eso es lo más triste de todo. Un besote.
    GINCRISPI: No era nadie importante en mi vida, pero el hecho es demoledor por el curso que ha seguido. Un abrazo.

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  2. Muy buenas! aunque ahora no tengo tiempo para leer te sigo, he ojeado tu blog y tiene buena pinta!!

    nos vemos por la blogosfera! un saludo! ;)

    (y gracias por la visita, cuando quieras estás invitado ;D)

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  3. LUIS CHACÓN: Pues bienvenido sea usted también. Esta será su casa cuando guste. Un abrazo.

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  4. Su apellido no encajaba en su esencia. A veces hay que revolcarse en el lodo para poder salir de el y hay quien no lo consigue y busca desesperadamente en la autodestrucción una mano que ayude aunque ya se está tan mal que ni se la intuye.
    Un relato desgarrador, real... yo conocí a una Helen con otro nombre.

    Un abrazo

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  5. Parece ser que cuando alguien acaba con su vida de esta manera , de alguna forma se instala en nuestra mente durante un periodo de tiempo. Que desespero es tirarse a las vias del tren , nos revuelve toda nuestra alma. y que miedo...

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  6. ANANDA: Lo peor es intuir desde el principio que alguien está abocado a un final trágico. Nunca imaginamos cuál será el final, pero cuando es tan extremo sólo nos queda una pregunta ¿Por qué? Que ningún ser querido acabe así, arrebatado y desgarrado. Esa es mi petición. un besote Ananda.
    XANA:Algo en el interior se paraliza. Se hiela el alma durante unos segundos. La no comprensión de cómo se puede llegar algo así nos obliga a ponernos en la piel de la víctima. Cuánta soledad, cuánta tristeza.

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  7. Yo conocí a Elena hace muchos años, veraneavamos en el mismo pueblo de Teruel y para aquellos entonces nos unía una buena amistad, era simpática, alegre y generosa. Hace tiempo que supe que vivía en Málaga y tenía 2 hijos. Siempre pensé que volveríamos a coincidir en el pueblo con nuestros hijos y comentaríamos como nos iba la vida. Desgraciadamente el pasado viernes me llego la noticia y no podía creerlo. Busque por la red algo que me pudiera dar luz y encontré esté blog de alguien que la conoció en estos últimos años. Intuyo que se separó y volvió a Sagunto de donde era, pero no tengo la menor idea del tipo de vida que estuvo llevando, pienso que el saberlo me ayude entender, SIN JUSTIFICAR, que le pudo pasar por su cabeza para tomar una decisión tan nefasta y final.

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  8. RABELI: Pues, regresó, sí. Inestable y necesitada de mucho afecto. Pero bueno, nunca en tierra, como yo le dije en una ocasión. Fue alumna mía de teatro, en la Escuela Municipal y a pesar de que vivió y murió en Sagunto, yo también me enteré el viernes, tres semanas después del trágico final. Me da mucha tristeza porque parecía una tía muy viva y muy fuerte, pero estaba tan perdida. En fin. Si escribí esto fue como terapia, para sacar mi angustia y mi necesidad de expresar que a pesar de no ser alguien importante en mi vida lo he sentido de verás. Rabeli, la curiosidad y la casualidad te han llevado hasta aquí y en cierta forma me alegro. Lo siento, lo siento mucho. Un beso.

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  9. Cuando lei el blog fué como si no pudiera entender nada, tenía la idea de que ella tenía una vida plena en Málaga con la familia que había formado y de repente nada era así, descnozo el tiempo que hacía que volvió a Sagunto y de la forma que volvió, parece ser que bastante mal, debido a no sé qué. Pero desde que me enteré de lo sucedido no puedo evitar recordarla y trasladarme a aquellos alegres veranos, la verdad que durante un tiempo fué importante para mí. Me aterra pensar que mala vida pudo llevar, conocía a su hermano y era maravilloso el amor que se demostraban, a sus primas, a su madre, todos muy unidos. Que leches le pudo pasar.
    Melvin, espero que no te sepa mal que muestre mis emociones sobre Elena y mi ira sobre tan injusto final en tu blog, pero es como una válvula de escape a tanto dolor acumulado.
    Gracias Melvin.

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  10. A veces, las personas que vibran en un tipo de tristeza se vuelven sordas o están tan metidas en su papel que no se atienen a consejos. De cualquier modo, ¿sería la misma Elena que te provocó este post si hubiera cambiado?
    Un texto con mucha poesía.
    Un abrazo,
    Romek

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  11. RABELI: Huí del morbo fácil en la intimidad de mi blog, escrito para mí desde esa preciosa fusión que es la poesía, las imágenes y el significado más o menos real, más o menos simbólico... No hay peligro aquí, puedes expresarte con libertad. Incluso quedarte si te apetece. Este es un espacio para hablar de emociones, de las que sean. Y las tuyas ahora mismo tienen este lugar y poseen un inestimable valor... No temas. Sé bienvenida/o. Un abrazo cálido.

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  12. ROMEK: Lo cierto es que la decadencia siempre es una fuente de inspiración vista desde fuera. No tanto porque pretendamos caricaturizar, sino más bien por lo contrario, por el compromiso emocional que tomamos con quien sufre por empatía o por la búsqueda de comprensión. Si no hubiera pasado esto, seguramente nunca la hubiera nombrado, esa es la verdad. Pero también ha sido mi forma de digerir mejor y de entender mejor a Elena Alegre. Un abrazo Romek. Ahora mismito te leo.

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  13. la conocí en mi época de estudiante. Salímos de fiesta en varias ocasiones. Era lo que su nombre indica, alegre, desenfadada, guapísima. Me ha apenado mucho la noticia; no se merecía un final tan trágico. Lo siento por su familia.

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  14. CESAR: En ocasiones reviso antiguos posts y por casualidad he leído el tuyo... Eres la segunda persona que la conocía y que ha llegado hasta aquí... Me entristece, sobre todas las cosas, pensar que las cosas pudieron ser mejor para ella. Un saludo, César.

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  15. Yo también la conocí, y me he enterado hoy. No se merecía ese final...

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  16. Bueno Gaizka, lamento que lo hayas tenido que saber tan tarde... Un saludo.

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