martes, 15 de enero de 2013

FINGIR




Sí, maldita sea. Hay que reírse del mundo, reírse de uno mismo para soportar mejor La carga de existir, para llevar con más dignidad este fingimiento constante que es la vida ¿motivos? Sinceramente yo no tengo un solo motivo para sonreír, se lo aseguro. Pero tengo un compromiso irrompible con mi pasado, con esa parte de mí que tanto se equivocó. Vivo sola, mi marido me abandonó hace mucho tiempo, recuerdo con dificultad sus rasgos, su olor, su voz insatisfecha, pero puedo describir con precisión cómo mi corazón se fue desintegrando dando paso a una angustia crónica. Con él volaron los sueños ya imposibles y surgieron imparables los embistes de la vida. El primero se vistió de muerte, llevándose con violencia a mi pequeño cuando sus ojos estaban llenos de preguntas. Mis brazos se quedaron inmóviles y con la forma de sus cuerpecito dibujada en ellos, no tuve tiempo de pedir explicaciones, me quedé allí sentada con los brazos agarrotados, palpitantes de ausencia. Ese día perdí la razón que aún hoy sigo buscando, dejé mis heridas en carne viva expuestas para que alguien se las llevara. No conocí la luz y el silencio fue estruendo durante mi oscuridad. Mis otros hijos no tuvieron paciencia y se fueron marchando, dejando sus sillas todavía cálidas, sus platos en la mesa del olvido, sus camas siempre bañadas en dudas… Y quedé yo, yo con todas las heridas adheridas al cuerpo. Yo la madre que se esforzó por ser mujer, yo la mujer que alguna vez fue madre. Me transformé en disco rayado que se engancha en cada nuevo surco. Empapelé las paredes de mi existencia con fotos en blanco y negro llenas de color y sonrisas…. De mis padres, del pueblo castellano, la muñeca Alfonsina y el cumpleaños con tarta pero sin velas, de mi pequeño y sus preguntas, de los hijos que emigraron, del hombre que fue mío antes de dejar su ropa colgada, de mis heridas abiertas.
Hoy, refugiada en esta máscara del recuerdo, me siento responsable de todo lo que no hice a tiempo, me siento en deuda con las lágrimas que no desembocaron en nada. Hoy quiero pedirles que rían, pues el mundo es como tiene que ser.

12 comentarios:

  1. Ay Melvin que estaba yo tan tranquilo y me has puesto los pelos de punta.
    Yo no puedo estar mas de acuerdo con la risoterapia.
    Estupendo texto. Un abrazo

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    1. Es lo que tiene la vida, esa esencia agridulce que lo perfuma todo... Gracias Uno, que nunca perdamos la capacidad de reirnos del dolor. Besotes.

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  2. Qué gran entrada has escrito Melvin, todo un ejemplo de entereza de mujer que tantos palos le ha dado la vida, y en cambio, nos deja el texto un mensaje de que la mejor terapia es la risa, y estoy de acuerdo, reirse de uno mismo, de todos, de la vida, es la mejor manera de intentar ver las cosas desde el optimismo.

    Me ha encantado tu texto, Melvin, te felicito.

    Un beso.

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    1. Que necesario reír, desdramatizar y encontrar los recursos para que respirar no sea tan sólo un trámite.... Aunque duela hasta morir. Gracias querida. Un Besote.

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  3. Es como es y nos queda aceptarlo, que no resignarlo.
    Unas veces reiremos y otras nos tragaremos lo amargo.

    Querido, duele tu texto.
    Bien logrado, bien transmitido. Te deja el alma escocida.

    Besos, Todo

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    1. Y lamentablemente todos tenemos muy cerca algún caso de esos que tanto duelen.... Que despierta nuestra admiración por ser ejemplificante y edificante.... Pero que duro resulta calzarse sus zapatos.... Besotes querida mía.

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  4. Me dan ganas de abrazar a esa mujer.
    Que dura es la vida muchas veces...

    Saludos.

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    1. Y qué difícil no caer ante la tentación de rendirse.... Pero seguiremos hacia delante, no? Besote.

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  5. El mundo es un auténtico cabronazo, pero mejor reírse de él y que éste no lo haga a nuestra costa. Hay que sacar las ganas de dónde sea.

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    1. Pues como bien decías... El ser humano obra milagros cuando se trata de adaptación...Un Besote.

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  6. Si nos vamos arriba, nos elevamos y miramos, no mucho, que aun se pueda ver a la gente, creo que la conclusión que podríamos sacar es que este mundo está hecho una mierda, que la gente sufre y que no nos queda otra que volver a bajar porque a ese mundo pertenecemos.
    Pero cuando estamos a ras de suelo, cuando el dolor se disipa y es como esas entradas en la agenda que sabemos de antemano que no cumpliremos, nos damos cuenta de que no se está tan mal, de que a poco que nos movamos encontramos razones para seguir.

    Y lo de esta mujer, si ella se ríe o quiere hacerlo, cómo no vamos a hacerlo los demás.

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  7. Pues eso, no nos queda otra que ser escaladores de Everest... Sin mirar atrás, ni lamentarnos tanto. Porque el suelo sigue recibiéndonos si hay caída y el dolor continúa su labor haya sonrisa o no de por medio... Qué difícil y que ejercicio de honestidad el de esta mujer y tantas personas cercanas, dolientes. Besotes.

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