martes, 8 de mayo de 2012

PACIENTE IMPACIENTE



PACIENTE: Disculpe Doctor, no le hubiera llamado a estas horas si no se tratara de un caso de extrema urgencia (el Doctor asiente con la cabeza) He de confesarle que estas dos semanas sin verle han sido horribles. Llevo todo el día dialogando con el hueso de una aceituna, sin interrupción créame, y sin un propósito aparente. Como no era capaz de salir de ese bucle tan, digamos, peculiar… finalmente he decidido romper esa dinámica óleo-obsesiva para venir… ¡y aquí me tiene! (Mira al terapeuta esperando un gesto que le anime a continuar, este hace un movimiento con la mano) Tenía que  contarle que han regresado los síntomas de mi última crisis, ya sabe, presión en la nuez, lengua hacia fuera y necesidad de golpearme el esternón con mucha fuerza. Creo que en esta ocasión ha sido provocado por un sueño ciertamente extraño que tuve la otra noche; verá, en mi sueño vislumbro un ataúd flotante que se acerca a mí, mi nombre grabado en su carcasa con letras doradas, flores de plástico de dudosa calidad llenándolo todo y una pequeña escultura en forma de hipopótamo enano… ¿me sigue? (El terapeuta asiente de nuevo) La cuestión es que, de repente, se abre la tapa de la caja y asoma la cabeza mi tío-abuelo Heinrich, que era un reputado sociólogo del Berlín de los 40. Me llama con un silbido, esboza una sonrisa, que yo calificaría de  macabra, y me dice: “Chico, la estás cagando”… acto seguido me hace una foto instantánea, en blanco y negro, no, no, era en color sepia… sí, sepia, eso es… pues bien, sin más, me lanza la dichosa foto a los pies y, cuando la miro, observo con sorpresa que quien está en la foto no es otra que Gertrud, Gertrud Liebe, una diosa del amor de entreguerras y de los burdeles más sofisticados de la Alemania nazi; en la foto, Gertrud, me saca la lengua con hostilidad y con una actitud totalmente repulsiva, nada solícita, comprende… Después su silueta se difumina y aparezco yo, con una boa púrpura en los hombros y con el rimel corrido, besando mi dantesca figura en el espejo. Doctor, se me heló hasta el alma, se lo aseguro. Ahí es cuando despierto bañado en todos mis fluidos orgánicos y con olor a geriátrico ¡Dios, es lo más decadente que…! ¿Cómo interpreta usted estas imágenes? (El Doctor se dispone a contestar, pero el paciente le corta) Es el principio del fin, es como si todo ese cúmulo de despropósitos representaran  mi “yo” más marginal, el residuo, el despojo humano que arrastro (vuelve a intentar intervenir, sin éxito)  Porque no nos engañemos, hay mañanas que amanezco y tengo ganas de triturarme la cara o podar mis talones, pero no soy Aquiles y desgraciadamente tampoco un ave Fénix, se lo que pasaría después Doctor, lo sé bien…(Silencio contenido y miradas tensas entre los dos)… la muerte (pausa) ¿cree que desconozco las consecuencias de una acción tan perjudicial para mi integridad física? (El terapeuta va a decir algo, pero él mismo se reprime) Quizás este sea sólo el anticipo de un suicidio inminente en los brazos de una fulana del este. Aunque no lo creo, soy un maldito cobarde y sería capaz de alimentarme de mi propia mierda antes que quitarme la vida, eso no quiere decir que no lo piense en ocasiones, claro… pero no, no es eso. Tal vez necesite un cambio radical en mis planteamientos. Eso es, sí ¿por qué no? (El paciente mira a su acompañante y este le sonríe forzadamente) Empezaré por hacer cosas que me ilusionen mucho… Viajaré a Asia, no, mejor a África, quiero conocer a los hipopótamos enanos, usted me dijo una vez que debía recoger los símbolos del inconsciente y aplicarlos a mi cotidianeidad… Así lo haré, organizaré un safari a Botswana, parece que por aquellas tierras hay un gran excedente de caza. Experimentaré lo que significa estar por encima de otro ser vivo, ya que con los humanos no puedo enfrentarme, de momento. Me servirá cualquier impala enfermo o, incluso, algún elefante desorientado, de esos que se separan de la manada y acaban perdidos en mitad de la sabana. Viviré el placer de sacrificar a un mastodonte y mi tío-abuelo Heinrich estará orgulloso de mis hazañas; sí, haré vida social y enseñaré mis trofeos a todos los míos… sí, y comeré entrecot de ñú en las cenas de empresa, empezaré de nuevo, sin complejos ni temores y todos querrán conocer mis proezas, mis amistades de alto standing… seré admirado, adorado y puede que fanatizado… ¡Lo veo, lo puedo sentir! (Respira profundo) ¿qué digo? Si yo no tengo a nadie, si soy un cero a la izquierda, si vivo de las migajas de la vida y espanto a los mediocres. Yo debo ser el hombre más solitario y patético que camina en la faz de la tierra, hasta los perros abandonados rehuyen mis pasos, atraigo la mala fortuna, provoco accidentes, mendigo afecto y proyecto miseria, espanto las simpatías y conozco a fondo la tristeza. Soy una sombra imperceptible a los ojos del mundo ¿verdad? (Mira al doctor y este va a hablar, pero le interrumpe una vez más) Doctor, dígame ¿qué puedo hacer? Déme un antídoto, un pellizco, una mano ortopédica, un voto de confianza, una bofetada…lo que sea, con tal de ver la luz… Infle a pulmón la colchoneta sobre la que caeré cuando me tire desde lo alto de mi desgracia al asfalto de esta experiencia vital malgastada, apláudame o lánceme tomates de pera, pero haga algo, diga algo caramba... ¡No entiende que sufro demasiado! 



Extraido de "Pandemia".

10 comentarios:

  1. Querido Melvin, me has enganchado :)
    El día que nos subamos a un árbol alto a ver pasar cometas te contaré todas las similitudes que hay en este texto con mi mente loca.

    Ese terapeuta es un cabrón, mira que no decirle nada... Un impaciente es un paciente que desespera.

    Besos mi querido complemento

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  2. Gracias cariño, es hermoso esto de complementarnos así, sin más. Me encanta. Algún día hablaremos sobre el árbol de todas esas cosas de la vida... Pronto sabrás lo que opina el terapeuta... pobre paciente impaciente... Besiños wapa.

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  3. Respuestas
    1. Es un fragmento de lo que estoy trabajando en Ribarroja, como siempre, me llena que te guste. Mil besos.

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  4. Yo lo veo, lo veo. Así que adelante.

    Y compadezco al que tenga que interpretar al doctor. Se va a tener que contener mucho para resistir la tentación de clavar un destornillador en el ojo del paciente.

    Un beso.

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  5. De momento se conforma con tirarlo al suelo y darle de patadas, en breve tendrás la réplica. Es que hasta los terapeutas notan sus crisis en los tiempos que corren. Un besote y gracias por los ánimos.

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  6. Cari, pero este texto es nuevísimo, vamos, que mezcla toda esa época decadente de la postguerra con lo más moderno de la caza real en Botswana. Hombre, a este chico hay que buscarle alguna solución, no tanto por sus visiones o reacciones, más por su ansiedad para salir de todos los males. El precio de muchos médicos es impagable.

    Bicos Ricos

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  7. Eso es lo que trato de hacerle entender a quien lo va a interpretar... Qué mala es esa ansiedad por conseguir soluciones inmediatas y cuánta frustración genera en los humanos...¡Tanta que... en fin! Se puede llegar muy lejos... Un besote.

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  8. El texto es buenísimo.
    Sin más.
    De alta calidad.
    Entran ganas de seguir leyendo.

    Saludos.

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  9. TORO: Muchas gracias Toro, un placer recoger tus buenas palabras, como ya dije anteriormente en breve conoceremos que piensa el terapeuta. Un abrazo.

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