El mundo es guiado por el artificio y en la era de la imágen, este propósito, es lo más autentico que, creo, puedo reivindicar.
domingo, 22 de abril de 2012
¡PERRA JUDÍA!
Una pareja en la treintena, en una estancia lujosa, en una ciudad cualquiera de Alemania. Se respira tensión.
KARL: ¡Vamos, haz las maletas, nos largamos de aquí!
ILSE: ¿Marcharnos, dónde?
Karl se dispone a preparar su maletín. Está muy alterado. Ilse le observa.
KARL: He conseguido un coche, está esperándonos en la calle. Imposible utilizar uno oficial, los americanos están interceptando todos y cada uno de ellos. Será mejor no despertar sospechas. Tengo dos pasaportes nuevos, no ha sido fácil encontrar alguien que pudiera hacerlos, pero todavía quedan fieles servidores al Reich. Toma, este es el tuyo. He puesto tus datos de soltera, será más fácil para los dos. Han localizado a Himmler, a Rosenberg, Speer… Tendremos suerte si llegamos a Checoslovaquia antes de la medianoche. Coge todos los documentos del despacho y tíralos a la chimenea. Que no quede rastro de mi vida en este hogar. La Alemania de los días gloriosos está a punto de extinguirse y no quiero ser testigo del hundimiento de mi nación. Mejor desaparecer, sin dar explicaciones. Es todo tan incomprensible. Vamos Ilse, ¿A qué esperas? ¡muévete, apenas nos queda tiempo!
Silencio. Ilse permanece inmutable, apoyando su hombro izquierdo sobre el marco de la puerta.
ILSE: Yo me quedo.
KARL: ¿Qué?
ILSE: Lo que has oído.
KARL: ¡Estás loca!
ILSE: No quiero dejar abandonadas nuestras pertenencias. Vete tú.
KARL: Si piensas por un momento que vas a quedarte aquí sola, estás muy equivocada.
ILSE: Yo no estoy en peligro, podré cuidar de la casa hasta que se apacigüen los ánimos. Mijael y Janina me ayudarán en tu ausencia.
KARL: No me mientas, es algo que no soporto ¿Estás hablando de la casa cuyas paredes te sepultan de puro tedio? Dame razones poderosas, no vanas excusas. Además ¿qué pueden hacer una polaca vieja y un judío para ayudarte?
Ilse se aparta del marco y se acerca a Karl.
ILSE: Quiero estar cerca de Manfred y de mis padres. Esa es mi voluntad.
KARL: Volveremos cuando sea fácil para ambos estar de nuevo aquí, prometido. Te estoy hablando de supervivencia, no de olvido.
ILSE: No quiero separarme de su recuerdo Karl, mi supervivencia depende de mi permanencia aquí.
KARL: Realmente has perdido la cabeza. Están deteniendo a todos los responsables de la solución final. Serán implacables con los detenidos y con todo aquel que esté bajo sospecha. Las esposas de altos mandatarios no serán una excepción.
ILSE: ¿Es cierto lo que he escuchado sobre Magda Goebbels? KARL: Sí, ayer se hizo público. Ha sido horroroso, la familia modélica masacrada por el orgullo o la mala conciencia.
ILSE: ¿Han muerto todos los niños?
KARL: Los seis. Harald ha sido el único superviviente.
ILSE: Es terrible. Me cuesta entender que una madre pueda llegar a hacer eso con sus propios hijos.
KARL: No envidio el desenlace, pero sí el hecho de poder morir fielmente junto a él. Ahora qué más da.
ILSE: Los niños Karl, la tragedia está en las vidas truncadas no en…
Karl para de ordenar el maletín. La observa. Su mirada se ha enfriado.
KARL: La tragedia, querida Ilse, reside en el hecho de que nuestro gran líder ha perdido su dignidad tras las frías paredes de un búnker. Ese es el acontecimiento trágico que debe llorar el país entero, no los niños. Magda siempre fue una persona apasionada y frívola. Los niños ya no tenían futuro.
ILSE: Pero Karl…
KARL: No hay peros, date prisa. Coge las joyas y el dinero de la caja fuerte ¡Vamos, de prisa!
ILSE: Necesito entender lo que está pasando, yo…
KARL: Investigaciones, juicios, penas capitales… ¿Qué más quieres saber?
ILSE: Pero no hemos hecho nada malo. Tus responsabilidades, durante todo este tiempo, han sido sólo civiles. Siempre me has hablado del bien que tu trabajo hacía al país. De tu neutralidad en el conflicto judío.
KARL: Nadie, a estas alturas, será condescendiente con ninguno de nosotros. Los periódicos hablan ya del gran juicio de Núremberg. Allí saldrá todo a la luz. Cualquier afiliación al partido será mirada con lupa; nombres, responsabilidades, cargos, vínculos… Créeme, encontrarán indicios bajo las piedras y no pienso estar aquí cuando eso suceda.
Ilse le toma de la mano afectuosamente.
ILSE: Contaremos la verdad. La labor que has desarrollado es puramente burocrática, seguías órdenes de tus superiores. No hay ningún peligro, Karl.
KARL: No. Olvida esa idea absurda, nos vamos de inmediato. Es mejor no arriesgarnos innecesariamente. No hay garantías de que vaya a salir bien.
ILSE: Yo soy testigo de tu inocencia.
KARL: ¿Crees sinceramente que el testimonio de la esposa de un miembro del partido Nacional-socialista, tendrá algún peso favorable en la balanza? Pon los pies en tierra, por favor.
ILSE: Pero no tenemos nada que ocultar…
KARL: ¡Tu maleta!
ILSE: … ¿me equivoco?
KARL: No, no te equivocas ¡Haz tu maleta de una vez, Dios santo. Ya!
ILSE: Entonces ¿por qué no me miras a los ojos cuando me hablas?
KARL: Déjalo estar. No perderé más tiempo discutiendo nimiedades contigo. Marcharemos juntos, lo quieras o no.
Ilse se aparta bruscamente mientras Karl va a buscar otra maleta. Karl tira la maleta a los pies de Ilse y ella le mira con censura.
ILSE: ¿Y cómo vas a conseguir tu propósito, obligándome?
Karl cierra su maletín. Su expresión es amenazante.
KARL: Escúchame bien, sólo lo diré una vez más. Si no preparas las malditas maletas de inmediato, me veré obligado a llevarte a rastras, con lo puesto. Te aseguro que en estos momentos podrías berrear y golpearme con todas tus fuerzas, me daría igual. No me han educado para recibir contraórdenes y mucho menos de mi esposa.
ILSE: No pienso marcharme de aquí. Tus temores son infundados y mi dolor ha enraizado en este lugar. Mis abuelos desaparecieron en Hadamar, ni siquiera pudimos recoger las cenizas. Papá murió bombardeado en el hospital militar y mamá de una crisis cardíaca.
KARL: Han muerto muchos ciudadanos alemanes. Nuestras familias no son una excepción.
ILSE: ¿Y Manfred?
KARL: No quiero hablar de él ahora.
ILSE: No podemos dejarle aquí, solo.
KARL: ¡Ilse…!
ILSE: No me lo perdonaría nunca.
KARL: ¡No sigas!
ILSE: ¿Cómo puedes ser tan insensible?
KARL: ¡No respondo de mí!
ILSE: También es tu…
Karl abofetea a Ilse.
KARL: Te he dicho que no quiero hablar de él.
ILSE: ¿Es así como vas a borrar tu herida?
KARL: Disfrutas provocándome.
ILSE: Me das pena.
KARL: Él ya no está. Trato de olvidar, simplemente.
ILSE: Eso es. Lo que no te gusta, lo olvidas. Huyes porque no puedes enfrentarte ni a ti ni a nada que no sea el olvido. Él está aquí, entre nosotros. Lo puedo sentir cada día.
KARL: Estás enloqueciendo y la causa está aquí, en este lugar repleto de recuerdos. Te vendrá bien alejarte un tiempo, créeme.
ILSE: Sé muy bien que no estoy loca, él no ha dejado nunca de estar presente. Sus risas, su piel, su pelo suave, el olor de su cuello. Todo está impregnado de su recuerdo.
KARL: Manfred nunca ha existido. Ya está ¿es eso lo que querías oír?
Silencio. Ilse rompe a llorar.
ILSE: Karl Hoffmann, eres un miserable.
KARL: Hay cosas que es mejor enterrar.
ILSE: ¿Te estás oyendo? Hablas de tu hijo muerto como quien define un objeto inservible que es mejor no conservar.
KARL: No estaba preparado para la vida, la naturaleza es sabia y se lo llevó. No pienso cargar con fantasmas del pasado, que me impidan ver con claridad de aquí en adelante. Son momentos difíciles que requieren de lucidez. ¡Por dios Ilse! Mírate, eres una mujer envejecida antes de tiempo. Llevas el peso de la memoria en las espaldas y eres incapaz de ser libre, ni siquiera cuando la vida te exige serlo.
ILSE: Te odio.
Karl toma a Ilse por la muñeca.
KARL: Nos vamos.
Ilse logra apartar su brazo.
ILSE: Me das asco, no me toques.
KARL: Este es el momento de seguir mis pasos. Me lo debes.
ILSE: Yo no te debo nada.
KARL: No me hagas recordarte todo lo que he hecho por ti.
ILSE: Habló un alemán de pies a cabeza. Supongo que esperarás que tiemble o que suplique…
KARL: He arriesgado mi vida desde el primer instante y lo sabes.
ILSE: Bien sé lo que has hecho por mí. Encerrar a la perra judía para que no se muestre débil y para que nadie sepa que es de Cracovia y que sus antepasados son la vergüenza de la Gran nación. Negar mi identidad, falsificar mi memoria para poseer la malsana obsesión que se apoderó de ti cuando me viste por primera vez en aquella feria. La azafata judía aún podía ser redimida de su oscuro pasado. Todavía quedaba tiempo. Eras ya conocedor de lo que estaba a punto de suceder. Tú sólo te adelantaste a los acontecimientos y compraste mi vida para alejarme de los míos. Todo a cambio de una promesa: “Que cuidarías de mi”. Paradojas de la vida… Cuidar de mí significaba aniquilar lo que yo soy.
KARL: ¡Ilse, basta ya, no estás en situación de…!
ILSE: ¡Déjame acabar! Conseguiste que me resignara, que aceptara mi situación, mi pérdida y mi dolor como una actividad rutinaria que ha invadido los sueños de hoy sepultando las vivencias del ayer. Me ilusioné, estúpida de mí, con la quimera de que Manfred sería una redención. La segunda oportunidad que la vida me daba para caminar junto al extraño amante que trataba de ganar mi afecto. Pero él fue más listo que nosotros, Karl. Al asomar la cabeza fue consciente de las penurias que el destino le había reservado y se marchó ¡Bien por Manfred! Con su pérdida, muere toda posibilidad de cariño, de palpitar, de vida. Las pesadillas se intensifican y tu rostro se torna de nuevo amargo. Vuelvo a sentir que las promesas de una vida mejor son palabras de sedación que necesitas para que permanezca, pero, ya no tienen ninguna fuerza, ya no pueden causar ningún efecto sobre mí. Márchate, no temas por mi silencio, quemaré todos los documentos y me inventaré cualquier historia que te deje en buen lugar. Contaré las excelencias de un hombre noble que intentó hacer las cosas según le dictaba su conciencia.
KARL: Nunca me has querido, lo he sentido bajo las sábanas y en la mirada primera de cada amanecer. He querido ser un hombre para ti, pero creo haber interpretado a un monstruo inánime y torpe, incapaz de sentir que el aire respirado no era mutuo…
ILSE: No seas cínico por favor…
Karl toma a Ilse por el cuello. Ilse se retuerce.
KARL: Sí, he sentido tu superioridad emocional, tu altivez, tu castigo. A pesar de ser quien eres, una traidora, una judía vestida de aria a los ojos del mundo, me has mirado por encima como si salvarte de un final inminente fuera el peor de los castigos. No has podido ser mujer y mucho menos madre, está en tu naturaleza ser imperfecta y sin embargo yo he acogido esa indignidad tuya como algo que, creía, era mejor proteger. Pero no se puede cambiar lo que se ha forjado con los siglos. Tu actitud no es pasajera, representas todo aquello que vulnera la ideología de una nación; eres falsa, ambiciosa y desarropada como lo es tu pueblo. Te dejo tal cual te encontré, sucia. Reniego de cuántas palabras hablaran de amor o búsqueda, de las puestas de sol y los baños en el Báltico. Renuncio a recordarte con emoción y juro que seré perseverante en este punto. A partir de este instante volverás a ser
una bruma en el camino, una de esas nubes vaporosas que desaparecen cuando caminas con firmeza. Si preguntan por mí, diles que te quise y que desgarraste mi alma.
Karl escupe a Ilse.
No eres digna de mí, y no quiero volverte a ver.
Karl se marcha. Ilse cae desvanecida.
Fragmento de "La jóven del Vístula". Enero 2011.
http://quieroserdeverdad.blogspot.com.es/2011/11/el-encuentro.html
http://quieroserdeverdad.blogspot.com.es/2011/04/la-joven-del-vistula.html
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Qué intensidad.
ResponderEliminarLo veía bajo un cenital, puro drama, qué gozada.
Se reniega del sentir pero la palabra acaba evidenciado.
"No pienso cargar con fantasmas del pasado, que me impidan ver con claridad de aquí en adelante."
Qué gran frase, dura a más no poder pero verdadera con todo su peso.
Besos querido Melvin, cuando tenga un poco más de tiempo leeré los enlaces
Lo cierto es que sí, bajo una luz cenital y parpadeante ganaría en dramatismo... Con el sutil y ondulante trazo del humo de un cigarro, un suelo de madera en mate negro y nada de escenografía, sólo dos maletas y dos cuerpos... Así los visualizo, de verdad, en la escena ¿La hacemos??? Mil besos cariño.
EliminarTal cual la imagino yo también, así como tu, si es que ES QUE :D
EliminarLa hacemos!!!
Besos grandes
Cari, no sé que pasa con esto del reader que tu blog es el único que no me actualiza.
ResponderEliminarBueno, esto de la Segunda Guerra Mundial tuvo que ser la caña, primero los nazis, luego la ocupación de los aliados, un coñazo de unas manos a otras, de vencedores y vencidos, miles de dramas por el medio, ya no solo por los muertos o desaparecidos, miles de vidas truncadas y separaciones. Bueno, en este caso otro dramón, aunque con trasfondo de El Hundimiento, no deja de ser una historia de otro amor no correspondido... que ganitas la chica de que el nazi lo dejase en paz...
Bicos ricos
Pues sí, la única posibilidad de salvarse de su tragedia es quitarse al mostrenco de encima... aunque creo que en el momento personal que atraviesa, poco importa. Sus fantasmas ya nunca la abandonarán...Un besote
EliminarMientras leía me lo imaginaba como si fuera una escena más de El Hundimiento. Qué torrente desbordado de sentimientos!!
ResponderEliminarBesos.
Mientras la escribía sentía que me faltaba el aliento todo el rato y que tenía una presión muy fuerte en el pecho. Supongo que todo eso estará ahí.Un besote, bonico.
EliminarMe lo he imaginado perfectamente en un escenario. Los movimientos entre la cama, la maleta y los enfrentamientos dialécticos. El miedo de él, la decisión (al fin) de ella. La escena está muy lograda y tiene mucha fuerza. ¿Has estrenado la obra en algún sitio?
ResponderEliminarUn beso (el autor, el autor)
Gracias guapo.Pues no, espera en el cajón a que llegue su momento... La vida me ha enseñado que no debo forzar estas cosas y que si tiene que tomar cuerpo... Tarde o temprano sucederá... Un besote.
EliminarTe han hablado por aquí de intensidad y la verdad es que es lo que más destaca de esta escena que se visualiza perfectamente y a la que en un comentario un poco más arriba añades tu visión de cómo sería lo que le ha servido a mi mente lenta para completar el cuadro.
ResponderEliminarSi alguna vez sale del cajón avisa...
Un beso
Claro, de momento en junio..." Brooklyn man". Con "La vie en rose" pasó eso, estuvo tres años cogiendo polvo y un día mi compañera y socia dijo... Pásame ese texto que tenías por ahí tirado... Resurgió con nuevo nombre: "68" y fue fruto de bellas e intensas emociones durante 2 años. Seguiré respetando esa consigna... No forzar, no tener ansiedad con la creación, que al final se paga caro. Si algún día cobra vida...Serás el primero en saberlo. Un besote.
EliminarVERONICA: Si es que nuestra conexión va más allá de lo terrenal... Cuando quieras,será un placer.
ResponderEliminarUna corta escena te cuenta una rica y larga historia llena de drama y sentimientos encontrados, luchas, pasiones, renuncias, pérdidas irremediables, contradicciones...Una maravilla muy emocionante. Qué grande eres.
ResponderEliminarUn abrazo
Bueno, es cierto que los conflictos morales y humanos están servidos ya en la mesa jejeje...Cuando un personaje cobra vida en el interior todo resulta más fácil y, bueno, Ilse ya existía. Un besote guapo, no sabes los ánimos que me dan siempre tus palabras.
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