Fue casi sin querer, guiado por la necesidad imperiosa de huir de mi propio dolor, tras una reciente ruptura, acabé aceptando la proposición de un corresponsal con quien compartía buena amistad. Una amistad basada en largas cartas de disertación sobre la vida, la música, el cine. De hecho fue la revista cinematográfica "Acción" la que permitió el encuentro, la magia y la necesidad de compartir, con todas aquellas extensas misivas, una experiencia que duró varios años y cuyo desenlace apoteósico conoceréis aquí a lo largo de varios capítulos. Como antecedente os diré que hubo un encuentro previo en Sagunto, en mi casa. Nada vaticinaba entonces lo que meses después sucedería.
Como decía, recién salido de una ruptura, ocupé mi verano con viajes compulsivos (hábito que no ha cambiado un ápice desde entonces) cuyo objetivo residía en olvidar, sanear y aprender... Primero tuve la suerte de conocer a Laura, otra corresponsal nacida del mismo anuncio, residente en La Laguna (Tenerife) y con la que pude vivir una noche blanca de "puesta al día". Al día siguiente hice una visita guiada por los alrededores del Teide atravesando un misterioso bosque de Laurisilva junto a "Lobo" (Reconozco que el nombrecito le daba más inquietud al asunto) la pareja de Laura y mi guía turístico por la isla mientras ella trabajaba. Por la tarde comimos juntos y ambos me acompañaron al puerto de "Los Cristianos" (al sur de Tenerife) para coger el ferry que me llevaría a la isla de la Palma, donde me aguardaba mi amigo Gustavo. Del afecto inesperado de la cálida pareja, zarpé rumbo a una isla desconocida como el que viaja a un mundo que no existe sino en el imaginario. El mar estaba picado, mi intento de ver la silueta de "La Palma" se vio frustrado por un brote de nauseas que me obligó a refugiarme en el hall al abrigo de la intempestiva conducta del mar y los vientos Atlánticos, con mi cara más verde que la del Grinch, contemplando las catastróficas consecuencias de permanecer en el exterior que tuvo para una familia germana, cuya niña vomitó contra el cristal su sandwich de jamón y queso (Sí, sí, viví todo el proceso) Gratos recuerdos. Mi estado vegetativo con toques de lechuga perpetua había dado paso a un, no menos interesante tono facial blanquecino y malva en las cuencas de los ojos. Me sentía como recién salido del "Dragon Khan" después de comer cuatro platos de fabada. Afortunadamente habíamos alcanzado la costa, estábamos en Santa Cruz de la Palma y Gustavo esperaba impaciente la recogida de su tripulante descompuesto y esforzado por resultar agradecido. Yo sólo quería subirme al maldito coche, llegar a una maldita casa y vomitar o dormir, cualquiera de las dos opciones me resultaban estimulantes. Como imaginaréis no estuve muy comunicativo en el trayecto, pero aún lo estuve menos cuando subí en aquel coche de alquiler (Su 4x4 estaba reparándose en un taller y días después entendería por qué) y vi, para mi sorpresa, que se saltaba dos semáforos en rojo de la Avenida principal de la ciudad, volando como el que huye de la policía en uno de esos videos de persecuciones americanos. Nuestro destino: San Andrés. Por delante 12km de curvas, subidas y acantilados al más puro estilo "Montecarlo" y yo recordando a Grace Kelly por aquello de situarme en un contexto conocido y real ¡Qué horror! Pocas veces en mi vida me he sentido peor. Y él que preguntaba constantemente G-¿Pero te pasa algo? M- No, ya te he dicho que ando un poco mareado ¿Te importaría ir más despacio? G- Es que estás muy raro. M-No me encuentro demasiado bien ¿falta mucho? G- Unos 10km M-¿Y son todos así? G- Las curvas sí, pero luego bajaremos, no te preocupes.
La noche está estrellada y ni siquiera puedo imaginar que su belleza me sustraiga de la incómoda situación. Bajo la ventanilla para respirar un aire menos adulterado y me viene una bocanada de olor a bananas ¡Dios, resultaba insoportable! Vuelvo a subir la ventanilla. Me veo desde fuera, en mi ridículo empeño de olvidar mi dolor sufriendo un nuevo e inesperado trauma que habla de palmarla, o en el mejor de los casos, de sufrir un accidente junto a un tipo que apenas conozco y que resulta arisco e impertinente. M-Por favor ¡Puedes ir más despacio! G-Sólo voy a 70 M-¡No se puede ir a 70 por aquí y no me encuentro bien! En ese momento hace ademán de encender las largas y accidentalmente apaga las cortas. Circulamos sin luz durante dos o tres segundos, que se me hacen eternos. Pega un frenazo y siento que llega un posible y nefasto desenlace, mientras miro a mi derecha los 300 o 400 metros de caída que me separan del mar. Ahora pienso en "Thelma y Louise". Encuentra de nuevo las luces, retoma el camino y el silencio se adueña de aquel espacio cargado de tensión y malas energías. Al comenzar el descenso le pido que se detenga para poder vomitar. Al principio se muestra reticente G- Llegamos tarde para cenar, me dice... Yo ya no tengo ganas, ni fuerzas para una réplica y le devuelvo mi peor cara. Se detiene en una especie de observatorio con miras a un gran precipicio. Suena el mar rompiendo contra las olas bajo mi cabeza. Vomito y siento que me vacío de las cosas malas que he sentido en el trayecto, pero no es más que un pensamiento... G-Es que te muestras muy extraño, como si no te hiciera ilusión verme y estar aquí- me dice en un tono cargado de mil y un detalles ajenos a mi existencia. Yo le miro mejor, le sonrío como puedo y le manifiesto mi buen espíritu y ganas de estar allí, en su pequeño rincón del mundo. Pero en el fondo pienso que estoy en un lugar desconocido, junto a un ser desconocido emborrachado de ese aroma a plátanos tan característico y detestable. Al fondo en el horizonte se vislumbra San Andrés. G- Vamos, que mi madre estará preocupada.
Pues yo me voy a tomar una biodramina y un ansiolítico!!! Ufff! Espero que a medida que avancen los capítulos esto mejore porque es para echar a correr ¿Adónde? ¡Estás en una isla! Ays!!
ResponderEliminarGenial!!
Besotes
deWitt: Querido mío, esto es sólo la tarde-noche de mi estancia junto a él. Prometo nuevas y emocionantes escenas donde podrás sumergirte en el terror verdadero, porque aquí en mi casa uhmmm, ya sabes... Fueron los 7 días más terroríficos de mi vida y describirlos me ayuda a expiar los demonios internos que aún resucitan de cuando en cuando. Si es que un productor avispado se forraría con una adaptación de psico-thriller para la gran pantalla. Besotes. Qué bueno que viniste!!!
EliminarMelvin, haz el favor de no tardar en seguir con esta historia o serás el responsable de mi ataque de ansiedad.
ResponderEliminarPor qué todos tenemos un psicópata en nuestra vida???
Estoy deseando conocer al tuyo.
Joder, qué mareo y encima el aplastante olor de los plátanos.
Iba a cenar, pero esa imagen del sandwich de jamón y queso me ha dejado llena, gracias.
Besos!!!
VERONICA. El olor de los plátanos ¿Te puedes creer que recuerdo la intensidad de ese olor por encima de todas las cosas? Ayyy, mi relación con la psicopatía es estrecha, especialmente durante los viajes. Cuando acabe con Gustavo... Te presentaré a...Hans! Jajajajaja... Un besito y un almax.
EliminarP.D: Algún día me hablarás de los tuyos??? Jejeje.
En nuestra próxima excursión conoceremos a un psicópata común fuente de imaginación creativa.
¿Nos pedirá un pinchito de tortilla?? Jejeje.
Que inquietante... no hay nada más horroroso que lo cotidiano ;)
ResponderEliminarYa te digo... Lo que más miedo da, como en las pelis es pensar que lo que está sucediendo es terroríficamente real. Un abrazo y bienvenido.
EliminarUff,Melvin,menuda odisea de viaje!!
ResponderEliminarmuy gráfico el momento sandwich;)
la verdad es que los psicópatas suelen tener esa característica común de ser incapaces de ponerse en el lugar del otro.
ya nos contarás cómo acaba todo esto....
bsts
Por supuesto que lo haré, es una historia oscura que quiero compartir y además despierta la psique casi involuntariamente, porque ¿Quién no ha pensado alguna vez que la persona que está a su lado y que,en ocasiones, actúa extrañamente no sea un psicópata en potencia??? Piénsalo, estamos rodeados jajajaja...
Eliminarmelvin!!!! esa historia me encanta!!! ahora desde la tranquilidad de tenerte cerca eh'
ResponderEliminarun beso amor!
Ya ves tu por donde, me ha entrado la necesidad de contar esta historia... Qué bueno es poder contarlo, porque en la acción pensé en varias ocasiones que no lo contaba... Besicos tendres.
EliminarQuerido Melvin:
ResponderEliminartu no tines la culpa obviamente, pero resulta que ayer vinieron unos amigos a casa, los más salvajes de mis amigos y nos emborrachamos una mijita, hoy he pagado la juega de aller martilleando la mente con el soniquete revientaneuronas de la aspiradora y ahora tu texto, que me ha dejado el esómago como un garbanzo, cerrado, cerrado.
Dicho lo diho, también tienes que saber que la historia, a pesar de haberla sufrido en tus carnes morenas, tiene muy buena pinta y estoy deseando saber más.
Un beso
La peor sensación para afrontar esta lectura es salir de una resaca a trompicones o desembarcar de un crucero por el Egeo con marejadilla y mala compañía. Así que no puedo menos que agradecerte la lectura y el esfuerzo gástrico que debe haber supuesto enfrentrarse a este capítulo de mi vida. Pronto dejaré caer la segunda parte... Ufff! Momento Matanza de Texas... Abrazo bueno, de verdad.
EliminarHas sido muy cinematográfico. Casi sentía el bamboleo del coche a oscuras y el olor a bananas entrando por la ventanilla. Yo por suerte no soy de marearme nunca, ni en barco ni en coche, aunque nunca he vivido una tempestad de verdad claro, y me encanta disfrutar de estas experiencias "sorprendentes", pero sí que me ha pasado más de una vez el preguntarme que hacía allí en ese momento y si había tomado la decisión correcta. Luego pasa el tiempo y el recuerdo se hace más amable, pero cuando lo vives...
ResponderEliminarArdo en deseos de conocer la continuación y saber que ocurrió con esa cena que su madre seguro que preparó con todo el cariño del mundo. Espero que no fuese en el Motel Bates ;)
Un beso (curiosón)
Pues la relación materno filial era del todo próxima al tándem Norman-mamá Bates. Es cierto lo que dices, recuerdo esos días como unos de los más inestables (emocionalmente hablando) de mi vida. Pero, soy consciente del morbo y la atracción que ha suscitado en mi gente cada vez que la he contado. De todas las anécdotas de viajes esta es, sin lugar a dudas, la más intensa. Porque no aflojó en ningún momento, sólo cuando... Bueno, esa, ya sabes, es otra historia. Un besote amigo Parmenio.
EliminarNecesito más de Canarias Islands history, aunque también necesitaré un primperan de 10mg en comprimido, biodramine o una infusión de "anis estrella"...haha!...Resulta sin duda, inquietante y tenso...Debo confesar que el efecto al leerlo ha sido más "potente" que al escucharlo (y puedo dar fe de que no hay ni un ápice de diferencia en cada palabra). Lo cierto es, que no debes tardar mucho en la siguiente parte, que nos tienes cautivados. By the way, espero con ansias la Historia de Mr. Hans.
ResponderEliminarA kiss!
A hug!
A breath of fresh air!
An apurruño also!
¿Te imaginas la historia de Hans prolongada una semana? El misterio sostenido 7 noches de desvelo absoluto...¡Horror! No creo que pudiera soportarlo. Bueno, gracias querido mío, refuerzas mi apuesta por describirlo en narración y me alegra saber que no pierde nada de su intensidad real. Un besote morocotroppo.
EliminarEse "Lobo" era premonitorio. Como lo de "Islas afortunadas" que siempre me pareció un título inquietante. Espero impaciente los nuevos capítulos.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, querido UNO, yo también pienso que me metí en la cueva del lobo y que el preámbulo dulce era sólo el espejismo de un pozo oscuro y profundo en el que acabé cayendo... Un abrazote.
EliminarMelvin, que te ha salido un fan fatale de esos. Jajaja. Bueno, la historia promete, ya tengo ganas de uan segunda parte. Lo que me hace mucha gracia es la gente que se marea.... ains... un barquito de nada, con galernas os quería ver yo a los de tierra, jajaja ¿estás bien? Actúas como si no te alegrases de que te hiciese un comentario...
ResponderEliminarBicos Ricos
Pues la verdad es que sí me mareo en los barcos, soy más de tierra firme... La última vez que fui en alta mar (a pescar sepias, para ser más exactos) estaba resacoso y lo pasé fatal, pero si a eso sumo un psicópata... Ains, es que se me pone un mal cuerpo... Mejor no lo pienso. Besotes.
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