miércoles, 12 de mayo de 2010

RUFUS EN LICEO


Una vez más, Príncipe de la melancolía, he caído preso del hechizo de tu voz, más funesta, más afectada tal vez. Sobrio y envuelto en un manto de mariposas negras, con la elegancia de un vampiro y la contundencia de un Tim Burton inspirado. Tu voz, siempre prevalece, no importa si las lágrimas te ahogan o el corazón se comprime en un puño de oscuridad. No importa si la soledad y el silencio comulgan en una misma causa, protegerte de tus miedos y fantasmas. Tu voz, siempre tu voz y ese aliado infalible que se viste de gala en blanco y negro, cadencioso y reverberante. El único amigo que no te abandona cuando el arte es efímero o se pervierte con facilidad. Teclas. Y esa voz que sentí mía, que siento mía, propia, tantas veces... Señor de las fiestas barrocas, de la extravagancia y el desfase... No eché en falta los excesos. Me quedo con la intimidad del caballero negro que canta sus penas y desgarra el alma frente a todos, desnudo y perturbado, íntimo y gigante aceptando su fragilidad. Y una voz envolvente, siempre, que se eleva y alcanza mis pupilas, puerilmente humedas, como las del niño que descubre qué es eso de la belleza y se detiene a observarla. Queda mi respeto, sobre el escenario, en el aire, en el eco de una voz que me transporta, sin moverme, a lugares que sólo yo conozco.Tu voz.

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