lunes, 19 de mayo de 2014

DOGVILLE



    ¿Qué puedo decir? Adoro a Lars Von Trier... Es una confesión que he ido destilando a lo largo del tiempo de vida que ha palpitado este blog (No sin olvidar a W.Allen) y mi adoración no tiene sólo que ver con su maestría para llevar al ser humano-personaje- intérprete al límite del conflicto esencial de la existencia, con su estética y lenguaje propios, con su descarada y deslenguada forma de decir y hacer, con esa transgresión constante que no busca provocar sino remover, por mucho que la mayoría de entendidos y críticos en general se empeñen en poner el acento en este aspecto... Mi admiración está especial y estrechamente ligada a sus planteamientos filosóficos, premisas que nos llevan cada vez, al eterno interrogante sin resolver... Otorgándonos una nueva posibilidad de pararnos a indagar en los intrincados acantilados del alma. Cuando hablo de maestría lo hago con total conciencia de cómo el bisturí que maneja este cirujano del fotograma, con una soltura envidiable, logra hacer las incisiones adecuadas para que el personaje abra sus venas en canal sin desangrarse y en ese viaje nos transporta a lugares inhóspitos que consiguen mover los cimientos de cualquier prejuicio o perversión aprendida del espectador, sobre las actitudes humanas. Sí algo posee Trier es su capacidad de cuestionar y analizarlo todo, hasta los estigmas, tabúes y moralidades ancestrales. Todo eso es Dogville, una radiografía exhaustiva de la sociedad y cultura americanas, que 
hace extensible a la humanidad en general. Para empezar el planteamiento estético de vaciar la escena de toda ornamentación y ostentación, de utilizar las premisas teatrales del teatro pobre de Grotowski y delimitar con líneas blancas objetos, espacios y animales (No en vano el perro de Dogville es su propia silueta en el suelo y el audio de un ladrido) para dotar al ambiente de una decadencia y dramatismos que ni la más costosa de las puestas en escena alcanzaría en sus desorbitadas estructuras digitales. Luego está la inmersión sin tregua que hace en los conductos de la humanidad, sin pasar por los filtros del juicio ni por la estereotipada gama de personajes americanos tan manida como tediosa... ni siquiera otorga la esperada entidad de héroes a los protagonistas, que resultan tanto o más miserables que el resto de los personajes... ¿por qué? Pues porque son sólo vehículos para conducirnos a un aprendizaje extremo, tan salvaje como revelador, sobre nosotros mismos. Grace, la intrusa (Interpretada magistralmente por Nicole Kidman) Vive una evolución polarizada a lo largo de la trama... De la mano de la sospecha llega al apacible pueblo de Dogville al que somete su voluntad para no ser delatada ante aquellos que la buscan, guiados por extraños motivos... El pueblo la acoge y protege con fervor hasta que empieza a usarla y abusar de ella sin remordimientos... La culpa, la bondad y la maldad, el ansia de poder, el sentido de integración, la misericordia y la intolerancia... todos estos aspectos, muy presentes en la historia, deterioran la esencia del personaje hasta desvelarnos su verdad no tan luminosa y, desde luego, en la antesala de esa candidez dibujada en los primeros minutos de metraje. Trier quiere que empaticemos con Grace para darnos de bruces con nuestra propia imagen... Todos somos Grace, todos somos el pueblo... Imposible huir de un retrato universal que apunta hacia la falsa moral americana y sus estúpidas quimeras, pero de la que nadie puede escapar, aunque viva en el mismísimo Tombuctú. Esa es la grandeza de Trier, jamás deja indiferente en sus planteamientos. Hace poco me preguntaron por una película favorita... Y dije Dogville, porque ninguno de sus aspectos me dejó decepcionado o apático. El elenco actoral es bestial, acertado y contundente. La voz en off, un acierto. El universo de conflictos humanos roza lo teatral... esos silencios, esas miradas que hablan sin necesidad de acentos superfluos... Qué puedo añadir a lo expuesto más que... NECESARIO VISIONADO, incluso para detractores del cineasta danés... Sólo por el aprendizaje, el viaje y la lección magistral que encierra este experimento tan certero y conmovedor, merecerá la pena. Besotes.






12 comentarios:

  1. Anda que no te gusta el teatro.. Me gustan algunas pelis de Trier e incluso me gustan muchas cosas de sus pelis que no me gustan, pero no entré en la historia de Dogville. Me faltó la disposición a jugar, la complicidad que uno tiene en el teatro. Me recuerdo incómodo mientras la veía.

    Un abrazo

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    1. Es que tiene eso... Despierta reacciones muy diversas y nada complacientes... Para mí eso es ser un creador, tener la capacidad de ir más allá... Dale otra oportunidad Uno...Besotes.

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  2. Me encantó el planteamiento de Dogville no siendo de mis favoritas de Trier, un director que a a veces me encanta y a veces me cansa. Lo mejor, para mí, esa escenografía teatral y sobria. Tu reseña fabulosa, Melvin.

    Todavía no he visto Nymphomaniac y tengo muchas ganas, no lo voy a negar. A ver si lo remedio pronto.

    besote

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    1. Reconozco que Anticristo es su obra más desconcertante y, de momento, la única de sus pelis en la que no entré... De Nymphomaniac sólo vi la primera parte...tiene un par de escenas geniales... Ya me dirás. Pero desde los idiotas a bailando en la oscuridad... Todo joyitas...jejeje...besotes

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  3. Que ímpetu tienen tus palabras.
    Te fascina eh...

    A mí me gusta mucho también.

    Saludos.

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    1. Una fascinación a la altura de su genialidad y valentía... Pocos hablan tan claro como Trier... Y yo lo agradezco tanto... Besotes.

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  4. También me encanta Dogville, como experimento fílmico y como historia. Es cierto que está contada de una forma que, como no aceptes desde un principio, es difícil de ver (todos tenemos un vagaje audiovisual). Pero independientemente de la forma creo que el fondo es un historia potente (como casi todas las de Trier), te hace pensar y eso es algo que no puedo decir de muchas películas.

    Que puedo decir, me gusta mucho...

    Un saludo

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  5. Es cierto eso que dices... Si no aceptas las normas del juego es muy complicado entrar...yo tengo por costumbre partir del sí...y con este tío más... Aunque a veces me estrelle como en Anticristo...jeje... Pero jamás me ha dejado indiferente... Besotes.

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  6. Al fin llegué! Hola, amigo! Estoy en 5000 cosas y no me alcanza el tiempo! Pero hoy (estoy en casa) y mientras me tomo un café, disfruto de tu post. Creo que lo esencial cuando uno crea es poder dejar los convencionalismos de lado y largarse a la aventura. Todo aquel que intenta liberarse de los clichés, o es amado o es odiado. Personalemente apoyo y fomento el riesgo. Este esl caso de este danés. Respeto a quien no pueda subirse al juego, a mí me encanta. Gracias por desgranar tu opinión con ese fervor tan tuyo, que en definitiva es lo que te hace un caballero encantador ;-) Besazos desde la Reina del Sur!

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  7. Bee... Estoy contigo... La vida es riesgo, apostar, caerse, levantarse, sobreponerse a las críticas, reinventarse... Y hay gente que sabe hacerlo muy bien... Lars es un claro ejemplo y me resulta admirable... Besotes querida, entiendo que las 5000 cosas inclinan la balanza hacia cosas que te apetecen mucho hacer?...besitos mil.

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  8. Jajaja, hay detractores del cine danés? Desde luego hay gente para todo. Yo no conozco a Von Trier, así te lo digo, y he oído hablar de Dogville... tendré que verla entonces.

    Bicos ricos

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  9. Del cine danés en general no...pero del cineasta si...muchos. Anímate que es un grande y nunca deja indiferente. Besotes.

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