domingo, 16 de junio de 2013

NEW YORK PART.III



Prometía ser un viaje repleto de sensaciones únicas, de esas que quitan el hipo y jamás se olvidan... Lo cierto es que no nos decepcionó a ninguno. La noche en la gran manzana descubrió su lado oscuro entre neones, vagabundos, locos, sonidos y el embelesamiento constante que ejercía el skyline sobre lo más profundo de nuestro ser. El mismo día que me emocioné hasta la extenuación escuchando un coro gospel en una de las muchas iglesias baptistas de Harlem, ese mismo día que atravesamos Central Park de punta a punta para acabar patinando en una pista de hielo sobre la que estampé mi cráneo haciendo alarde de mi técnica
 depurada en el noble arte del patinaje, aquel eterno y maravilloso día en el que decidimos asomar la cabeza por el Bronx por aquello del desafío personal y de conseguir derrocar el malogrado mito de nuestra infancia... Bueno, ese mismo día, nos deparaba una última y rocambolesca sorpresa que cambiaría nuestra percepción de la ciudad.

Acababamos de cenar en un cuchitril del Soho. Extenuados por la intensidad de la jornada, cogimos el metro de regreso a Port Authority, una vez allí tomaríamos un bus para finalizar nuestro periplo en el Hotel de New Jersey donde nos hospedábamos. En el vagón reinaba el silencio. Las conversaciones sonaban como murmullos distendidos y casi narcotizantes. De repente, sin más, justo antes de detenernos en nuestra parada... Un hombre de color con abrigo y gorro (Como tantos pudimos ver durante nuestra estancia) se abalanzó sobre uno de mis colegas y le golpeó con fuerza en la cabeza, con un objeto no identificado, pronunciando unas palabras que jamás desciframos y que suponían una amenaza en sí mismas... 



Después, en apenas dos segundos, el tipo aprovechó que el vagón se detenía y descendió sin más...Diluyéndose en el profundo anonimato y dejándome frente a un miedo paralizante que tuve que disipar en cuanto comenzó a brotar sangre a raudales y la histeria cobró cuerpo. Qué insignificante se puede llegar a sentir uno cuando te agreden con esa contundencia. La ciudad luminosa y chispeante se transformó en una bestia capaz de engullirlo todo, hasta la ilusión de permanecer. Por unos instantes temí por su vida, desconocía la gravedad de la lesión y él no paraba de gritar... Fue horrible.



Lo que sucedió a continuación fue, tal cual, un thriller americano con todos los ingredientes. Carrera por el metro en busca de alguien de seguridad, pérdida de conciencia, pareja de policías arquetipo, ambulancia por la 8ª Avenida, hospital social para inmigrantes, alcoholizados, presos, locos, pobres...5 puntos en la cabeza y un taxista Egipcio que nos condujo hasta New Jersey sin saber muy bien cómo llegar... ¡Cuánto me acordé del capítulo maravilloso de "Noche en la tierra" que tiene lugar en Nueva York!























Cuando llegué al hotel pensé en todo lo que habría podido suceder... En lo fácil que es llegar a sentir el reverso del destino, en lo infinitamente insignificantes que somos cuando una ciudad es capaz de decidir que la balanza se incline hacia el otro lado, en lo importante que es vivir sin miedo, en lo esencial que resulta tener sangre fría, en lo responsable que me sentía sin que los acontecimientos tuvieran nada que ver conmigo o mis decisiones... pero, sobre todo, en que la magia de la ciudad no había perdido un ápice de su fuerza, conocer su lado oscuro diseñó un paisaje todavía más atractivo del lugar. Tenía que desterrar lo idílico y comenzar a aceptar lo oscuro, lo miserable, lo que escondemos en el subconsciente y que jamás permitimos salir por miedo a que sea real... Como en la vida, nutrirse de sueños que sólo sostienen nuestros temores, es aceptar una gran e irrevocable derrota. Nueva York sigue siendo intensa...pero también jodidamente cruel.








14 comentarios:

  1. Si es que Nueva York por la noche es mágico.

    Un abrazo chico !!.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mágica y misteriosa, idílica y terrorífica...Ya sabes Celso, la vida es una constante polaridad. Besotes.

      Eliminar
  2. Has visto, Mel? En un tris todo puede cambiar. Esa súbita conciencia da vértigo, no? Porque como todo en la vida, existen las dos caras de la moneda. Me encantan tus historias de New York. Un beso enorme, guapo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, querida Bee... Y es precisamente esa cualidad de la existencia la que deberíamos tener más presente... Sin anestesiarnos de miedo, pero sin olvidar que todo puede suceder... Te leo en ahorita. Besotes, amiga.

      Eliminar
  3. Wow, que susto. El primer N.York que conocí fué aquel pre-Giuliani en el que Felipe Gonzalez decía que prefería morir en su metro de una puñalada. Como estaría el patio. Llegué a N.York desde San Francisco donde los californianos me habían puesto la cabeza como un bombo repitiéndome sus consejos para que no me atracaran o mataran en NY. ¿Y donde fuí a caer? La primera noche por una serie de desgraciadas circunstancias la pasé en un YMCA lleno de mendigos que dormían en su puerta, en el hall... Entre la recepción y los ascensores una reja carcelaria y dos policías que vigilaban constantemente lo que ocurría en el interior de los ascensores. Esa fué mi entrada. Lo que vino después fué un sueño maravilloso que superó todas mis espectativas.
    Es New York, es la vida misma, y tu lo has entendido perfectamente.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quizás esas experiencias traumáticas son las que nos hacen valorar, más si cabe, lo que descubrimos en cada viaje... Superar las dificultades que nos proporcionan la inseguridad y el miedo y conseguir salir airoso... Siempre he dicho que viajar es el mayor de los aprendizajes.... Besotes.

      Eliminar
  4. Melvin, me ha encantado la manera que has tenido de narrar tu vivencia, si es que al leerte iba imaginando las escenas, y secuencias, como si se trataran de una película.

    Hemos conocido contigo, el lado oscuro de Nueva York pero también las sensaciones que esa ciudad tan grande te producen.

    Me imagino una ciudad enorme llena de edificios muy altos con multitud de gente por todos los sitios.

    Nueva York, una ciudad mágica pero también temerosa.

    Gracias por acercarnos a ella, con tus letras e imágenes, ha sido un placer descubrirla de tu mano.

    Un beso muy grande.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. María, querida, ya ves que en las megapolis como New York, hay infinitas posibilidades de que sucedan cosas que nunca antes has vivido... Sigo fascinado, volveré, necesito reencontrarme con el lugar, consciente está vez de que participo en una fiesta con final abierto e indescifrable. Besotes.

      Eliminar
  5. Vayaaa y yo pensando que era un relato!!!!Las grandes ciudades son lo que tienen...que al final es mejor vivir en un pueblito...chiquito...donde todos se conozcan y...podamos estar casiii seguros de que nada ocurrira...o.............¿¿Sí??????????
    Besitosss me quedo en tu casa con tu permiso!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Midalaaaa!!!! Bienvenida a mi casa, cada nueva visita es una nueva ilusión. Quédate, por favor... Este será tu lugar siempre que quieras y compartiremos muchos viajes... Me paso por tu casa. Besotes.

      Eliminar
  6. Al final sólo quedará Eurodisney como sitio seguro...

    Joder, vaya susto!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues Eurodisney a mi me da más miedo.... me imagino a Pluto haciendo placajes o a Mickey con un ataque de rabia contenida y me cago patas abajo... Besotes.

      Eliminar
  7. El lado oscuro de la gran ciudad es un megacompendio del lado oscuro de todos lo que la habitan. Una delicia leerte.

    Salva

    ResponderEliminar
  8. La energía es un suma y sigue, cuánta razón tienes amigo Salva... Una delicia recibirte. Saludos.

    ResponderEliminar