lunes, 13 de junio de 2011

FLORES PA’ MI PENA

                  



Tres pirañas encaprichadas con mi alma.
Trepan, huelen, hablan, rugen,
besan los restos de la calma
que desperdicié en ideas vanas,
cuando alumbraban los soles
de otras palabras.

Pesos que pisan los pasos  
de primaveras ligeras.
Rosas verdes de rocío.
Desconocidas hoy, en el ardor
y la desdicha de quimeras
enfrascadas en formol.

Soy el árbol que dejé de regar
sin apenas darme cuenta.

Cronometro hoy el silencio
para permanecer despierta.
No conozco el remedio
de las horas perdidas,
de las dudas muertas
y las almas heridas.

Suenan melodías de tormenta.
El crepúsculo se funde y se confunde
con la línea de la vida.
Mis dedos se despliegan
en un jardín de nubes
grises y blancas y negras.

Pasarán los días. Volarán.
Estrellas fugaces de mi esperanza.

El bosque del sueño perdido
se enredó en mi pelo.
Las golondrinas rasgaron sus nidos
con la intención salvaje
De emprender un vuelo
atolondrado. Su viaje.
Mi viaje se detuvo allí,
entre montañas y viejos versos
de poemas que no leí
por miedo a enamorarme.
De caricias, imágenes, besos,
dibujos, lunas y carne.


                   Y así, discretas, en el atardecer,
llegaron las sombras que olvidé
y las culpas, y las risas del ayer.
Apagadas en el cenicero sin ceniza
que no supe reconocer
por ser niña olvidadiza;
niña rota en pedazos,
enfrentada al vacío
y atada por los brazos
de la razón,
de los latidos inertes
de mi ilusión.
Mi ilusión se escapó
con un amante mundano.
La madrugada me anunció
el secreto de la melancolía
depositando en mi mano
lágrimas para cada día.

Presa de mis temores
busqué tu estela.

Alguien pronunció mi nombre.
Una sirena hechicera,
queriendo saciar el hambre
de los siglos pasajeros,
envolvió con voz austera
mi cuerpo enjuto y ligero.

Soy un ave invisible
que deambula por calles
donde sólo es libre
quien grita y patalea.
Mis alas inflexibles
ni gritan, ni patalean.

La ausencia de ti
es mi derrota.

Si cierro los ojos
pensando en azul,
puedo ver tu rostro
de ángel misterioso
radiante de luz
y siempre tan hermoso
como el agua clara,
las sonrisas cómplices
y todas nuestras miradas.
No se llegar a ti
sin cerrar los ojos.
No queda nada por decir.
                                           


 ¿Dónde estás?

14 comentarios:

  1. Melvin... sin palabras. Sólo te digo que me ha tocado de lleno cada palabra porque es pura poesía de la que llega al corazón y se instala y te deja con ganas de más, de que sea infinita. Aunque es un reflejo de mi momento actual al menos es tan bello que se hace soportable.

    Te dejo un beso enorme

    ResponderEliminar
  2. Jo!!! cariñet, que bonito aunque triste, y alguna palabra que conecta con mi alma
    donde estas?
    un beso dulce

    ResponderEliminar
  3. ANANDA:Bueno, cuando uno encuentra imágenes que se ajustan a la emoción... Resulta más sencillo. Pero qué te voy a contar. Un besiño.

    ResponderEliminar
  4. XANA. Yo siempre estaré aquí. Y también espero que sea conectado a tu alma de una u otra manera.

    ResponderEliminar
  5. Que buen poema!!!

    El final estremece.
    Te felicito.

    ResponderEliminar
  6. TORO: Gracias por tus palabras amigo y por dejarte caer. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  7. Soy el árbol que dejé de regar
    sin apenas darme cuenta.

    Maravilloso, sí señor! Quedaron atrás los años en los que escribía poesía, pero todavía queda ese poso y, sobre todo, ese saber reconocernos unos en otros.

    Enhorabuena, es un gran poema!!

    Saludos

    ResponderEliminar
  8. Que gran poema, dice verdades como puños y está muy bien construido.

    Besos.

    ResponderEliminar
  9. deWitt: Gracias. Me alegran tus palabras. Y me alegra haber provocado en tí el recuerdo de otros versos, de otros tiempos. Un abrazo, qué bueno que vinieras!!!

    ResponderEliminar
  10. CHRISTIAN: Jo, que bien me siento antes de ir a la cama. Gracias Christian. Hacía tiempo que no leía estos versos. El polvo los cubría en un cajón. No siempre es tarde. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  11. Me ha gustado. Enhorabuena por el poema.

    Saludos Melvin.

    ResponderEliminar
  12. ... las sombras que olvidé y las risas del ayer.
    Apagadas en el cenicero sin ceniza
    que no supe reconocer
    por ser niña olvidadiza.

    Gracias por volver a recordar tanto ,tanto, tanto y a ti.

    ResponderEliminar
  13. PAULA: Todo queda. El viento no podrá con los recuerdos.

    ResponderEliminar