
A la mierda los que giran su mundo alrededor de un ombligo, los que eclipsan por placer, los que se deleitan subrayando la inferioridad de otros, como si eso tuviera algún mérito extraordinario. A la mierda la ultra-derecha por ser un arma medieval contra la igualdad, por estar estanca y rellena de veneno, por vivir de rentas y de iglesias y por seguir pensando que unos pocos debieran gobernarlos a todos. A la mierda los comunistas que justifican el dogma caiga quien caiga, sin entrar en la autocrítica y confundiendo la izquierda con la opresión y el temor. Comunismo no es, ni ha sido jamás, libertad o ecuanimidad, os pongáis como os pongáis. A la mierda Chávez aunque tome cuerpo de pajarillo, a la mierda Maduro que es un bruto inculto y peligroso, amante de fábulas sin moraleja, un tramposo incapaz. A la mierda quienes nos ven como un rebaño manso sin conciencia de engaño, porque su sueño de celebración se acerca al final, espero. Tolerancia cero a los listillos caza-oportunidades a costa de los demás. A la mierda sus estafas, sus malos propósitos, ese empeño suyo de parecer complacientes, condescendientes, dientes, dientes y babas de pura ambición. A la mierda todos ellos, por subestimar al universo. A la mierda los balleneros, los furtivos, los fetichistas, los peleteros... Señoras y señores tendrían que pedir permiso para usurpar tanto bien ajeno. Visto desde fuera sigue siendo un crimen atroz y totalmente gratuito. Si me pusiera en su piel me repudiaría. La humanidad sin humanidad no nos aleja tanto de la animalidad. Así que, arránquense ustedes la piel a tiras o pónganse en la piel de aquellos a quienes vejan, violan, apalean y matan. A la mierda todos ustedes por su labor nauseabunda. A la mierda los que esconden un arma bajo la cama, cuando su único deseo y su mayor fantasía es usarla alguna vez. A la mierda los que creen protegerse así del mal, cuando el mal está en ellos, en su propia sinrazón. A la mierda los que instauran el miedo, lo cultivan y lo distribuyen como quien trafica con sustancias inofensivas, sabiendo que entre sus manos tienen un arma letal. A la mierda finalmente ese espíritu ultra-conservador de cientos de miles de parisinos, hijos y nietos de revolucionarios que parecen no tener otra cosa más ilustrativa que hacer, que decidir cómo deben vivir los homosexuales en su país. Vomitivo, arcaico y vergonzoso... Por no hablar de la involución de nuestra querida España de caspa y capote, con la nueva ley del aborto, esa fantochada abanderada por el Señor Gallardón, que nos sitúa 28 años atrás en un momento triste e históricamente remarcable por su nula política social. Váyanse todos ustedes a la mierda, con sus acciones u omisiones, con sus palabras o silencios.