


Auschwitz es un tema a parte. No apto para personas muy sensibles, pero necesario testimonio el que allí se encierra, para no olvidar jamás que todos somos una raza susceptible de ser masacrada. Imponente silencio, impecable explicación del guía (Un tal Jareck) sin dramatismos pero con la afectación necesaria para humanizar el horror. Ahora sí, resulta imposible no revivir cada momento como si la propia piel, sintiera el halo del terror... En la distancia, pero tan, tan real. No olvidaré jamás esas tres horas de visita.
Wroclaw y sus canales, su colorida plaza del Mercado (Sólo la Grande Place de Bruselas me ha impresionado tanto) y un restaurante muy sencillo, pero rico, rico... De esos que recomendaría a alguien especial. Y el tiempo, que si acompaña intensifica las sensaciones positivas, porque no nos engañemos, Polonia con lluvia, debe ser terrible.
Cracovia...Uff... Ese barrio judío y ese cementerio... Qué puedo decir... La catedral, el Wawel, el Vístula, la vivacidad de sus calles. Dicen que es una de las ciudades más hermosas de Europa y no puedo más que corroborar esta afirmación tan arriesgada. Pero mientras hacía fotos, cual turista desbocado, sólo escuchaba en mi mente la maravillosa música de Schindler List del Señor John Williams... Y recordaba esa escena de la peli con la niñita del vestido rojo (Los pelos como escarpias) transitando sin rumbo mientras se desata el caos a su alrededor y nadie parece percatarse de su presencia. Que poder tienen algunas secuencias en la memoria... En fin, sigamos.


Ahora eso sí, lo de las indicaciones en las carreteras, se lo tienen que mirar seriamente... Si sales de los ejes principales, puedes perder la paciencia. Incluso siendo guía profesional, con buen sentido de la orientación y un interés inusitado por la geografía... confieso que perdí los papeles, acabé claudicando y pidiendo sopitas en más de una ocasión. Si la República Checa fue el país del "no retorno", Polonia representa el terrible papel de "las indicaciones fantasmas" que giran, desaparecen, borran kilometraje o directamente te envían en la dirección contraria. Sinceramente esto es lo peor de Polonia. Eso y el alcohol. No es de extrañar cruzarte de noche por arcenes de carreteras secundarias, con borrachos zigzagueantes empinando el codo y desafiando a la gravedad y claro está, sin ningún tipo de iluminacióm...
Me quedo con sus pueblos (Zalipie, Tarnow, Swidnica...) y con sus castillos, con el amor por la tierra y el buen espíritu polaco, con los instantes irrepetibles y el sinfín de imágenes que he comprimido en estas que aquí os dejo... Espero que sean suficiente motivación para despertaros el gusanillo.